Naked lunch (115 min., Color)
El almuerzo desnudo (Cánada-Reino Unido, 1991)
"La razón por la que tengo seguridad es porque estoy loco. La razón por la que soy estable es porque estoy loco. Para mí es evidente". (David Cronenberg)
El almuerzo desnudo, de William S. Burroughs, junto con Trópico de cáncer (Henry Miller), Mujeres (Charles Bukowski), Héroes (Ray Loriga) y A sangre fría (Truman Capote), son libros excepcionales, todos válidos para abrir por cualquier página y perderse en ellos.
Son mundos tan distantes como terroríficos, tan extremos como profundamente cercanos, tan trágicos como divertidos. Todos ellos, a excepción del de Capote que tuviera una adaptación fantástica en A sangre fría (In Cold Blood, 1967. Richard Brooks), son prácticamente inconcebibles para adaptarse cinematográficamente; su dureza y ambigüedad estilística los convierte en mundos demasiado complejos como para poder trascribirse en un simple guión cinematográfico.
Si nos centramos en El almuerzo desnudo, éste exponencia sus dificultades, al tratarse de un claro delirio episódico, con muy pocas referencias continuas entre los diversos capítulos, a excepción de la psicología propia de la novela, centrada en la necesidad del consumo de droga, el placer y el dolor por el sexo (preferentemente homosexual), la irrupción del mal sobre el placer más orgiástico, acabando por completo con él o, como mínimo, dejarlo en las puertas del exterminio.
Estaba claro que la falta de una trama lineal y consecutiva hacía impensable la adaptación de la compleja novela de Burroughs, a no ser que el personaje encargado de llevarla a la gran pantalla tuviera la imaginería suficiente como para saber convertir lo imposible en lo imposible a través de lo posible, es decir, canalizar dos experimentos abstractos (novela y film) a través de una base concreta (guión), sin que por ello se pierda un ápice de personalidad en el proceso.
Pocos realizadores serían capaces de ello, de hecho el propio Stanley Kubrick planeó un intento de adaptación de la novela totalmente infructuoso (lo que es de señalar, puesto que Kubrick había adaptado anteriormente La naranja mecánica (A Clockwork Orange, 1971), de Peter Burgess, una novela lo suficientemente compleja como para que cualquier realizador se achicara ante ella). Así que para suerte de nosotros y del cine, el proyecto fue a caer en manos de uno de los pocos directores personales que existen hoy en día en el panorama cinematográfico mundial: el genial David Cronenberg.
El realizador canadiense llevaba diez años con la idea en mente (incluso en 1985 hizo un viaje a Tánger con el propio Burroughs para acercarse a la malsana atmósfera que condujo la gestación de El almuerzo desnudo), pero no pudo hacerse hasta que realizador y productor (Jeremy Thomas) tuvieron sendos éxitos comerciales con La mosca (The Fly, 1986) y El último emperador (The Last Emperor, 1987. Bernardo Bertolucci), respectivamente.
Por todos es sabido que Videodrome (1982) no sólo significó el paso de Cronenberg entre un cine más visceral, más físico, hacia un viaje mucho más mental e introspectivo, que le llevaría a hacer las mejores obras, de momento, de su carrera: La mosca, Crash (1996) y, sobretodo, la brutal Inseparables (Dead Ringers, 1988), cuya dureza visual y psicológica aún permanece intacta pese a los años pasados.
Pero Videodrome significó algo más que eso, fue el último proyecto que Cronenberg escribió hasta que con su penúltimo film eXistenZ (1998) retomara, con menor inspiración (todo sea dicho), su labor como escritor. Desde Videodrome, entonces, Cronenberg se lanzó a la adaptación de obras literarias, algunas más sencilllas, como pueden ser La zona muerta (The Dead Zone, 1983) de Stephen King o La mosca de George Lanegan; otras, directamente imposibles, como Crash de J.G. Ballard o la propia El almuerzo desnudo de William S.Burroughs.
Vista la dificultad de la adaptación directa de la novela, el atrevimiento de Cronenberg para acercarse a la obra acabó dotando al film de un aspecto propio, más cerca de Cronenberg que de Burroughs, evidentemente, pero no exento del aroma malsano y alucinógeno que desprende la novela. La "opción Cronenberg" para adaptar el libro fue el resultado de una triple ecuación sólo apta para irresponsables: se fusionó en un sólo término las propias vivencias de Burroughs cuando escribió la novela, pasajes de la propia historia y el mundo cárnico cronenbergiano, con un especial gusto por la relación máquina-hombre, rebajando la (homo)sexualidad del libro, pero haciéndola más que latente en el film (las bugwriters, especies de máquinas de escribir que mutan en insectos y que se comunican mediante un ano parlante dándole órdenes al protagonista).
Así, para entender el film, es necesario conocer de antemano la biografía del escritor norteamericano, como se verá, con datos lo suficientemente interesantes como para hacer una trilogía.
William S. Burroughs (1914-1997) nació tremendamente rico, pues su abuelo, por esperpéntico que parezca, fue el inventor de la calculadora (Burroughs la llamaba "máquina de sumar").
De joven, se relacionó con todos los jóvenes de la generación Beat, a la que llegó a a pertenecer, pese a ser un escritor bastante más extremo que gente como Jack Kerouac y Allen Ginsberg. Pese a su marcada homosexualidad (que únicamente llegó aceptar en su exilio morfinológico en Tánger), se casó. Su mujer, Joan Vollmer Adams (la única perteneciente a la generación Beat que no llegara a publicar nada), se exilió con el y sus hijos, provenientes de otros compañeros sentimentales, a la frontera mejicana al tener el joven Billy problemas con las autoridades norteamericanas derivadas de su reconocida adicción a la heroína. Una noche, totalmente borrachos ambos, decidieron mostrar a sus amigos su habitual juego de Guillermo Tell, consistente en ponerse ella un vaso de cristal en la cabeza, teniendo Burroughs que dispararlo y, por supuesto, acertar en el vaso. Pues bien, esa noche, el joven y desmadrado Burroughs, que hasta la fecha sólo había publicado una novela, Yonqui, erró el tiro, acertándole de pleno en la sien a su joven esposa. Burroughs a partir del incidente, entró en crisis, viajó a Tánger y pasó cuatro años de su vida prácticamente sin salir de su habitación más que para conseguir heroína o derivados.
Durante este tiempo, Burroughs continuó escribiendo y mandando sus escritos por correo a sus amigos de la generación Beat (de hecho el nombre de El almuerzo desnudo se le ocurrió a Jack Kerouac, haciendo referencia a "un instante helado en el que todos ven lo que hay en la punta de sus tenedores (2)"), según él, sin ser consciente de ello (tal y como se cuenta en el film). Sus escritos no tenían ni sentido, ni orden aparente, con lo que la tarea de sus compañeros y de la suya propia al regresar de Tánger fue ardua y complicada, pero al final, en 1959, se logró publicar y fue un éxito en todos los aspectos: atacada, maldecida, tachada de misógina y de hacer apología sobre las drogas y, bueno, en fin, un largo etcétera que acaba por aburrir al más beato.
Burroughs superó su adicción a la heroína tras quince años de consumo, con un tratamiento, aún hoy no reconocido, mediante el uso de apomorfina (3). El escritor, para sorpresa de todo el mundo, llegó a vivir 83 años, y al final de su carrera acabó haciendo anuncios para Nike. También publicó dos discos sensacionales: uno con Tom Waits, The black rider (para el que compuso las letras de las canciones e, incluso, se animaba a cantar en una) y otro con Kurt Cobain, The Priest They Called Him, en el que Cobain toca la guitarra y Burroughs lee textos suyos.
La triple ecuación comentada arriba tuvo como resultado El almuerzo desnudo, una de las obras más personales de Cronenberg, donde la biografía de Burroughs se trasmutaba en la de Bill Lee (un perfecto Peter Weller, en una interpretación totalmente delirante por su contención e inexpresividad consciente), un exterminador de bichos, cuya mujer (correcta Judy Davis) se inyecta el insecticida que usa Bill para acabar con ellos. La sustitución de la heroína por el insecticida y la notable disminución de la homosexualidad en la versión cinematográfica, proviene no tanto en un intento de suavizar el film, sino a una reconversión del mundo de Burroughs en el universo cronenbergiano, donde la homosexualidad queda en un estado latente, y la adicción y sus consecuencias de carácter alucinatorio son el verdadero motor del film (al igual que le ocurría al Max Renn de Videodrome, la mayor parte del film es pura alucinación del protagonista).
La visceralidad aportada por Cronenberg, en especial en la escena del acto sexual entre Bill y Joan Frost, con una bugwriter recorriéndoles el cuerpo, y cuando un ciempiés gigante masacra al joven y sensible Hans, se corresponde a la perfección con el universo de Burroughs y, en especial de El almuerzo desnudo, donde se narra uno de los pasajes más ricos de su novela: Aquella en el que se cuenta la historia del ano que decide empezar a hablar por sí mismo, y al final le acaban saliendo dientes y termina por inutilizar la boca del hombre (en el film narrado en una hipnótica escena en que nos adentramos en un coche en plena oscuridad por un camino pedregoso habitado por personajes de tintes fantasmales). Tanto las mutaciones físicas (Rabia (Rabid, 1976)) como las psicológicas (Videodrome) se pueden hallar también en la novela de Burroughs: atentos si no a estos dos pasajes:
"... como el hospital estaba tan lleno, lo ingresaron en una letrina, y el cirujano griego le metió un mono vivo por error y luego le cosió, y fue violado por varios auxiliares, y uno de los empleados robó la penicilina sustituyéndola por detergente; y a la vez que cogió unas purgaciones culeras y un médico inglés muy puritano curó con un enema de ácido sulfúrico caliente, y también estaba el profesional de la Medicina Tecnológica, un alemán que le quitó el apéndice con un abrelatas oxidado y unos trozos de hojalata..."
"...con su calibrador, Johnny extrae un candirú del coño de Mary... Lo echa en una botella de mescal donde se convierte en un gusano de magüey. Le hace una irrigación vaginal de ablandador de huesos de la selva, los dientes vaginales salen mezclados con sangre y quistes... El coño resplandece dulce y fresco como yerba de primavera..."
Como se ve, tanto la pasión de Cronenberg por los hospitales y la cirugía tecnológica, así como su pasión por las mutaciones sexuales, se ven correspondidas a la perfección por Burroughs.
La única ruptura con la linealidad de la obra que realiza Cronenberg, es sin duda, su aproximación de manera letárgica sobre la historia. Así como en la novela todo es demasiado acelerado, en el film, se toma su tiempo para suceder. El viaje introspectivo realizado por Bill Lee va tan lento como sus paranoias derivadas por la morfina le dejan. Su aventura policíaca, lo más débil con diferencia de la película, va tan lenta que no interesa, aunque sirva como hilo argumental de la misma.
Nosotros seguimos prefiriendo el sabor de la locura a través de los distintos modelos de máquinas de escribir existentes, o por la apropiación y sometimiento del ser humano, sea a través de la heroína o de la carne. El viaje introspectivo a Interzone realizado por Lee a través de las palabras y obras de Burroughs y de las imágenes y delirios de Cronenberg, convierten El almuerzo desnudo en una de las obras más extrañas y ambiguas de los noventa. Pero también en uno de los mejores y más significativos films de la historia del cine, no tanto por la difícil conjugación de los mundos artísticos, si no por el cruel retrato de la dependencia, física y mental, que tenemos los hombres por las drogas, las personas y la autodestrucción.
Me encargan que contrate los servicios del doctor Benway para Islam S.A.
El doctor Benway ha sido llamado como consejero de la República de Libertonia, un lugar dedicado al amor libre y los baños continuos. Sus ciudadanos son equilibrados, conscientes, honrados, tolerantes y, por encima de todo, limpios. Pero el hecho de acudir a Benway indica que no todo anda bien tras esa higiénica fachada: Benway es un manipulador y coordinador de sistemas simbólicos, un experto en todos los grados de interrogación, lavados de cerebro y control. No habiá vuelto a ver a Benway desde su precipitada marcha de Anexia, donde estaba a cargo de la D.T.: Desmoralización Total. Su primera medida fue suprimir los campos de concentración, las detenciones en masa y, excepto en algunas circunstancias especiales y limitadas, la tortura.
- Aborrezco la brutalidad - dijo -. No es eficaz. Y además los malos tratos prolongados, sin llegar a la violencia física, causan, si se aplican adecuadamente, angustia y un especial sentimiento de culpa. Han de tenerse bien presentes unas cuantas normas o, mejor, ideas directrices. El sujeto no debe darse cuenta de que los malos tratos son un ataque deliberado contra su identidad por parte de un enemigo anti-humano. Debe hacérsele sentir que cualquier trato que reciba lo tiene bien merecido porque hay algo (nunca preciso) horrible en él que le hace culpable. Los adictos al control tienen que cubrir su necesidad desnuda con la decencia de una burocracia arbitraria e intrincada, de manera tal que el sujeto no pueda establecer contacto directo con su enemigo.
Todos los ciudadanos de Anexia fueron obligados a solicitar y llevar siempre encima una carpeta entera de documentos. Los ciudadanos podían ser interpelados por la calle en cualquier momento; y el Examinador, que podía ir vestido de calle o con diversos uniformes, con frecuencia en traje de baño o en pijama, otras veces desnudo completamente a no ser una insignia colgada del pezón izquierdo, después de comprobar todos los papeles, los sellaba. En la siguiente inspección, el ciudadano tenía que enseñar los sellos correspondientes a la última inspección. Si el Examinador detenía a un grupo numeroso se limitaba a comprobar y sellar los documentos de unos pocos. A partir de entonces los otros podían ser detenidos por no tener los papeles con los sellos correctos. La detención tenía carácter provisional, es decir, que el prisionero sería puesto en libertad cuando el Arbitro Adjunto de Explicaciones aprobase su Atestado de Explicaciones, debidamente firmado y sellado, si lo aprobaba. Dado que este funcionario rara vez aparecía por su despacho y el Atestado de Explicaciones tenía que presentarse personalmente, los explicadores se pasaban semanas y meses enteros esperando en oficinas heladas, sin sillas ni servicios higiénicos.
Los documentos se rellenaban con tinta volátil, se volvían papeletas de empeño caducadas. Constantemente se necesitaban nuevos documentos. Los ciudadanos corrían de una oficina a otra en un frenético intento de cumplir plazos imposibles.
Se hicieron desaparecer todos los bancos de plazas y parques, fueron desecadas las fuentes, destruidos flores y árboles. En el tejado de las casas de apartamentos (todos vivían en apartamentos), sonaban cada cuarto de hora una sirenas tremendas. A menudo las vibraciones arrojaban a la gente de la cama. Grandes reflectores barrían la ciudad toda la noche (estaba rigurosamente prohibido usar persianas, cortinas, contraventanas o postigos).
Nadie miraba a nadie por miedo a las estrictas leyes que castigaban todo intento de molestar a otro, con o sin palabras, con cualquier propósito, sexual o no sexual. Cafés y bares estaban cerrados. Se necesitaba un permiso especial para comprar bebidas alcohólicas, y el licor así obtenido no podía ser vendido, regalado ni transferido a ninguna otra persona, y la presencia de cualquier otro en la habitación se consideraba prueba concluyente de tentativa de transferir alcohol.
Nadie estaba autorizado a cerrar la puerta con cerrojo, y la policía tenía llaves maestras de todas las habitaciones de la ciudad. Acompañados por un mentalista, irrumpían en las casas y se ponían "a buscarlo".
El mentalista los guía hacia lo que el individuo desea ocultar: un tubo de vaselina, una lavativa, un pañuelo con una corrida, un arma, bebidas de contrabando. Y siempre someten al sospechoso al registro más humillante para su persona, desnudándole y haciendo toda clase de comentarios burlones y despectivos sobre su cuerpo. Más de un homosexual en potencia acabó con camisa de fuerza después de que le metieran vaselina por el culo. O se paran delante de cualquier objeto. Un limpiaplumas o una horma.
- ¿Y eso para qué sirve?
- Es un limpiaplumas.
- Dice que es un limpiaplumas, el tío.
- Desde luego, hay que oír de todo.
- Creo que no necesitamos más. Venga con nosotros.
Tras unos meses de este sistema, los ciudadanos se acurrucaban en los rincones como gatos neuróticos.
Naturalmente, la policía de Anexia utilizaba un sistema tipo producido en serie para el control de sospechosos, saboteadores y disidentes políticos. Sobre los interrogatorios de sospechosos, Benway dice lo siguiente:
- Si bien en general evito el empleo de torturas - la tortura localiza al oponente y moviliza la resistencia - la amenaza de tortura es útil para inducir en el sujeto el sentimiento adecuado de impotencia ante y gratitud hacia el interrogador que no llega a usarla. Y la tortura puede usarse fructíferamente como pena cuando el sujeto ha adelantado en el tratamiento lo suficiente como para aceptar el castigo como cosa merecida. Con este fin ideé varias clases de procedimientos disciplinarios. Uno de ellos se conocía por "la centralita". En los dientes del sujeto se fijan unas fresas eléctricas que pueden ser puestas en marcha en cualquier momento y se indica al detenido que haga funcionar una centralita arbitraria, que introduzca determinadas clavijas en determinados agujeros en respuesta a unas señales de timbres y luces. Cada vez que comete un error las fresas giran durante veinte segundos. Las señales van siendo aceleradas gradualmente, siempre por encima del tiempo de reacción. Media hora en la centralita y el sujeto se derrumba como una máquina de pensar sobrecargada.
» El estudio de las máquinas pensantes nos enseña sobre el cerebro más de lo que podemos aprender con métodos introspectivos. El hombre occidental se exterioriza a sí mismo a través de artefactos. ¿Se han metido coca en la vena alguna vez? Pega directamente en el cerebro, activando conexiones de placer puro. El placer de la morfina en las vísceras: después de un pinchazo se escucha el propio cuerpo. Pero la blanca es electricidad en el cerebro y el hambre de coca es puramente cerebral, una necesidad sin cuerpo ni sensaciones. El cerebro cargado de coca es un billar eléctrico enloquecido, lanzando destellos azules y rosa en un orgasmo eléctrico. Un cerebro electrónico puede sentir el placer de la coca, los primeros latidos de la repugnante vida invertebrada. El ansia de blanca dura sólo unas horas, mientras permanecen estimulados los conductos de la coca. Naturalmente, el efecto de la C podría ser producido mediante una corriente eléctrica que activase los conductos de la C...
» Después de un tiempo, esos conductos se gastan, como las venas, y el adicto tiene que encontrar otros nuevos. Siempre hay una vena que se recupera a tiempo, y con una rotación habilidosa de las venas, el yonqui puede arreglárselas perfectamente si no se excede en el uso. Pero las células del cerebro quemadas no tienen arreglo y el adicto sin células se queda en una posición terriblemente jodida.
» Aposentados sobre huesos viejos y excrementos y chatarra ferruginosa, en medio de un calor de altos hornos, un panorama de idiotas desnudos se extiende hasta el horizonte. En silencio absoluto - tienen destruido el centro del lenguaje - excepto el crujido de las chispas y chisporroteo de la carne chamuscada al aplicar electrodos a lo largo de la columna vertebral. Un humo blanco de carne quemada flota en el aire inmóvil. Un grupo de niños tiene a un idiota atado a un poste con alambre de espino y le encienden una hoguera entre las piernas y contemplan con curiosidad bestial el ascenso de las llamas por sus muslos. El fuego hace crepitar su carne con la agonía del insecto.
» Pero me estoy saliendo del tema, como de costumbre. Hasta que tengamos un conocimiento más preciso de la electrónica del cerebro, las drogas seguirán siendo una herramienta esencial del interrogador en su ataque a la identidad del sujeto. Los barbitúricos resultan, desde luego, virtualmente inútiles. Es decir, quien pueda ser doblegado por ese medio, sucumbiría también bajo los métodos puerlies usados en cualquier comisaría norteamericana. La escopolamina suele ser eficaz para anular la resistencia, pero entorpece la memoria: el agente se muestra dispuesto a revelar sus secretos pero es incapaz de recordarlo, o se le mezclan inextricablemente las coartadas previstas con la información auténtica. La mescalina, la harmalina, el LSD6, la bufotenina, la muscarina tienen éxito en muchos casos. La bulbocapnina induce un estado próximo a la catatonia esquizofrénica... se han observado casos de obediencia automática. La bulbocapnina deprime el cerebro posterior, probablemente dejando inactivos los centros motores del hipotálamo. Otras de las drogas que ha producido esquizofrenia experimental - mescalina, harmalina, LSD6 - son estimulantes del cerebro posterior. En la esquizofrenia, el cerebro posterior es deprimido y estimulado alternativamente. A menudo, la catatonia va seguida de un período de excitación y activiad motriz durante el cual el demente corre por los pabellones haciendo pasar a todos un mal rato. Es frecuente que los esquizofrénicos profundos se nieguen a moverse y se pasen la vida en la cama. La "causa" ( el pensamiento causalista nunca logra dar una descripción precisa del proceso metabólico... limitaciones del lenguaje en uso) de la esquizofrenia sería una perturbación de la función reguladora del hipotálamo. Dosis alternas de LSD6 y bulbocapnina - ésta potenciada con curare - permiten obtener un alto grado de obediencia automática.
» Hay otros procedimientos. Puede provocarse una profunda depresión en el sujeto administrándole grandes dosis de bencedrina durante varios días. Y la psicosis se induce mediante la administración continuada de dosis elevadas de cocaína o demerol, o la supresión brusca de barbitúricos tras un suministro prolongado. Puede también hacérsele adicto a la dihidroxiheroína y suprimirle después la droga (este compuesto es cinco veces más adictivo que la heroína y el síndrome de carencia es proporcionalmente severo).
» Hay varios "métodos psicológicos": el psicoanálisis compulsivo, por ejemplo. Se pide al sujeto que haga una hora de "libre asociación" todos los días (en casos en los que el tiempo no es fundamental): -"Vamos, vamos. No seamos negativos, muchacho. Papá llamará al hombre malo. Se llevará al niño a dar un paseo hasta la centralita".
» El caso de una agente que olvidó su verdadera identidad y se fusionó con su coartada - y sigue de intermediaria en Anexia -, me sugirió otro truquito. Un agente está entrenado para negar su condición de tal afirmando una coartada. Entonces ¿por qué no hacer jiu-jitsu psíquico y seguirle la corriente? Sugerirle que la identidad de la coartada es la suya y no tiene otra. Su identidad de agente se vuelve inconsciente, es decir, escapa a su control; y así se la puede hacer salir a la superficie con drogas e hipnotismo. Por este sistema se puede hacer un invertido de un ciudadano heterosexual cualquiera... es decir, reforzar y segundar el rechazo de las tendencias homosexuales generalmente latentes, y al mismo tiempo privarle de mujeres y someterlo a estímulos homosexuales. Luego drogas, hipnosis y ... - Benway agitó una mano fláccida.
» Hay muchos sujetos vulnerables a la humillación sexual. Desnudez, estimulación con afrodisíacos, vigilancia constante para incomodar al sujeto e impedirle el alivio masturbatorio (durante el sueño, las erecciones hacen sonar automáticamente un enorme zumbador eléctrico que vibra la cama y arroja al sujeto a una bañera de agua fría, lo que reduce al mínimo al número de poluciones nocturnas). Trucos para hipnotizar a un sacerdote, explicarle que está a punto de consumar una unión hipostásica con el Cordero, y luego poner a un acrnero verriondo a darle por el culo. Después de esto el Interrogador obtienen un control hipnótico absoluto, y el sujeto acudirá a su silbido, se cagará en el suelo con que le diga "ábrete sésamo". No es preciso decir que el sistema de humillación sexual está contraindicado en la homosexualidad declarada. (Es decir, hay que abrir bien los ojos y recordar las viejas consignas... nunca se sabe quién está escuchando.) Recuerdo a un chico al que condicioné para que se cagase al verme. Luego le limpiaba el culo y me lo follaba. Cosa sabrosa. Y además, era un chico encantador.. Y a veces un sujeto se echa a llorar como un niño porque no puede evitar el eyacular cuando se lo follan. Bien, como se ve claramente, las posibilidades son infinitas, como los senderos que se bifurcan en un grande y hermoso jardín. Estaba empezando a rascar esa adorable superficie cuando fui depurado por los aguafiestas del Partido... En fin, son cosas de la vida.
Llego a Libertonia, el país más limpio e insípido que conozco. Benway es el director del C.R., Centro de Reacondicionamiento. Caigo por allí y los "¿Qué ha sido de tal y de cuál?" dan respuestas como "Sidi Idriss Smithers, alias el Bufaire, se vendió a la Ley por un suero de la eterna juventud. Para hacer tonterías no hay como una carroza". "Lestes Stroganoff Smunn, El Hassein, se volvió latah tratando de lograr el P.O.A.(Proceso de Obediencia Automática)perfecto. Un mártir de la investigación..." (El latah es un estado que aparece en el Sudeste asiático. Los latahs, que en otros aspectos son normales, imitan compulsivamente todos los movimientos una vez que se ha atraído su atención con un mero chasquido de los dedos o una voz de mando. Un forma de compulsión hipnótica involuntaria. A veces se causan heridas a sí mismos al tratar de imitar los movimientos de varias personas al mismo tiempo.)
- Le contaré un secreto atómico. Interrúmpame si ya lo sabe.
El rostro de Benway conserva su forma bajo el flash de urgencia, sujeto en cualquier momento a resquebrajamientos o metamorfosis indescriptibles. Parpadea como una imagen que entra y sale de foco.
- Venga - dice Benway -, le enseñaré el C.R.
Avanzamos por un largo vestíbulo blanco. La voz de Benway se infiltra en mi conciencia desde un lugar impreciso... una voz sin cuerpo, unas veces clara y sonora, otras apenas audible, como música en una calle ventosa.
- Grupos aislados como los indigenas del archipiélago Bismarck. Entre ellos no hay homosexuales declarados. El matriarcado de los cojones. Todos los matriarcaros anti-homosexuales, conformistas prosaicos. Si se encuentra en un matriarcado camine, no corre, hacia la frontera más cercana. Si corre, algún polizonte marica frustado o en potencia le pegará un tiro. ¿Así que hay quien quiera establecer una cabeza de puente de homogeneidad en unos mataderos de potenciales como Europa y EE.UU.? Otro jodido matriarcado, mal que le pese a Margaret Mead... otro mal sitio. Pelea de bisturíes con un colega en el quirófano. Y mi ayudante, la babuino, saltó sobre el paciente y lo hizo pedazos. Los babuinos siempre atacan a la parte más débil en un altercado. Y hacen bien. No debemos nunca olvidar nuestra gloriosa herencia simiesca. El doctor Browbeck tuvo parte en la segunda parte. Abortista retirado, vendedor de droga (en realidad era veterinario), incorporado al servicio cuando la escasez de mano de obra. Bueno, el doctor se había pasado toda la mañana en la cocina del hospital tirando viajes a la enfermas y cociéndose con gas ciudad y Klim; y justo antes de la operación, se metio un lingotazo doble de nuez moscada, para darse ánimos.
(En Inglaterra, y especialmente en Edimburgo, los ciudadanos hacen pasar el gas ciudad a través de un filtro de Klim - una forma terrible de leche en polvo que sabe a tiza rancia - y se tragan el resultado. Empeñan todos sus bienes en pagar la factura del gas y cuando el hombre aparece para cortárselo por falta de pago, sus aullidos se oyen a kilómetros de distancia. Cuando un ciudadano está enfermo de carencia dice que "tiene la cocina limpia" o que "se le ha subido la estufa a la espalda".
Nuez moscada. Cito un artículo mío sobre estupefacientes aparecido en el British Journal of Addiction (ver "Apéndice"): «Presos y marineros recurren a veces a la nuez moscada. Se traga una cucharada con un poco de agua. Resultados vagamente similares a la marihuana más los efectos secundarios de náusea y dolor de cabeza. Existen varios estupefacientes de la familia de la nuez moscada usados por los indios de América del Sur. Suelen usarse aspirando el polvo seco de la planta molida. Los hechiceros toman esas sustancias tóxicas y entran en estados convulsivos, y se atribuye significado profético a sus gestos y a sus parloteos incoherentes. »
- Yo tenía resaca de yagé y no estaba en condiciones de aguantar las cagadas de Browbeck. Lo primero con lo que me sale es que tengo que hacer la incisión desde atrás en vez de delante, murmurando no sé qué estupideces sobre que si se corta la vesícula biliar se joderá la carne. Se creía que estaba en una granja limpiando un pollo. Le dije que metiera la cabeza en el horno y abriese el gas, y el tipo tuvo el descaro de empujarme la mano con lo que me hizo seccionar la arteria femoral del paciente. Un chorro de sangre saltó a los ojos del anestesista que echó a correr dando voces por el vestíbulo. Browbeck intentó pegarme un rodillazo en la ingle, pero conseguí desjarretarlo de un tajo de bisturí. Se arrastró por el suelo tirándome puñaladas en las piernas. Mi ayudante Violeta, la babuino - la única mujer que me importó algo alguna vez -, estaba realmente cabreada. Me subí a la mesa y me disponía a saltar con los pies sobre Browbeck cuando entro la pasma.
» Bien, pues puede decirse que ese escándalo en el quirófano, "ese incalificable suceso", como dijo el Super, fue el golpe definitivo. Los lobos estaban acorralando ya a su presa. Crucifixión, es la palabra justa. Yo también habiá hecho alguna estupidez aquí o allá. ¿Quién no? Aquella vez, por ejemplo, que el anestesista y yo nos bebimos todo el éter y el paciente se despertó, y me acusaron de cortar la cocaína con detergente. Era cosa de Violeta. Tuve que protegerla, claro está...
» Total, y en resumen, que nos apearon a todos del negocio. No es que Violeta fuera una matasanos por lo legal, ni tampoco Browbeck, si nos ponemos así, pero llegar a poner en duda mi título... Además de que Violeta sabía más de medicina que toda una clínica junta. Tenía una intuición extraordinaria y un elevado sentido del deber.
» Así que me encontré en al calle y sin diploma.¿Iba a cambiar de oficio? No. Llevaba la medicina en la sangre. Me las arreglé para mantenerme en forma haciendo abortos baratos en los retretes del metro. Me rebajé hasta a ofrecerme por la calle a las embarazadas. Algo decididamente poco ético.Entonces conocí a un gran tipo, Juan Placenta, el rey de las secundinas. Se lo montó en la guerra a base de abortones. (Los abortones son terneros prematuros que arrastran las secundinas y bacterias, y generalmente en malas condiciones de salubridad y viabilidad. Un ternero no puede venderse para carne hasta tener un mínimo de seis semanas. Antes de esa fecha se clasifica como abortón. El tráfico de estos terneros está rigurosamente prohibido.) Bien, pues Juanito controlaba una flota de cargueros bajo bandera absinia para eludir restricciones molestas. Me dio un puesto de médico a bordo del Filiarisis, el trasto más roñoso que haya surcado los mares. Operaba con una mano, apartaba a las ratas del paciente con la otra, chinches y escorpiones llovían de techo.
» Hasta que hay alguien que quiere homogeneidad en este momento. Se puede, pero cuesta. Me aburre todo el proyecto... Hemos llegado... El callejón del hastío.
Benway dibuja un esquema en el aire y se abre una puerta. Entramos y vuelve a cerrarse. una gran sala con destellos de acero inoxidable, suelos de baldosas blancas, paredes de cristal. Camas a uno de los lados. Nadie fuma, nadie lee, nadie habla.
- Venga a verlos de cerca - dice Benway.
Me acerco y me detengo delante de un hombre que está sentado en la cama. Le miro a los ojos. Nadie, nada me devuelte la mirada.
- D.N.I.- dice Benway - Deterioro Nervioso Irreversible. Liberación excesiva, podriamos decir... una rémora para el negocio.
Paso la mano ante los ojos del hombre.
- Sí - dice Benway -, todavía tienen reflejos. Mire esto.
Benway saca una chocolatina del bolsillo, le quita el papel y la pone delante de las narices del hombre. El hombre huele. Sus mandíbulas empiezan a moverse. Hace ademanes como de agarrar. La saliva se le sale de la boca y le escurre por la barbilla, en largos colgajos. El estómago hace ruidos. El cuerpo entero se retuerce con movimientos peristálticos. Benway da un paso atrás con la chocolatina en alto. El hombre cae de rodillas, echa la cabeza hacia atrás y ladra. Benway le tira el chocolate. El hombre le lanza un bocado, falla, se revuelve por el suelo haciendo ruidos babosos. Se mete debajo de la cama, encuentra el chocolate y se lo empapuza a dos manos.
- ¡Dios! Estos DIs no tiene nada de clase.
Benway llama al enfermero que está sentado al fondo de la sala leyendo un libro de comedias de J.M.Barrie.
- Sáqueme a estos puñeteros DIs de aquí. Son un corte. Es malo para el turismo.
- ¿Qué hago con ellos?
- ¿Y yo qué coño sé? Yo soy un científico. Un científico puro. Sáquelos de aquí y basta. No quiero tener que verlos más. Son gafes.
- Pero ¿cómo?¿dónde?
- Los conductos correspondientes. Avise al Coordinador de Distrito o como quiera que se llame... Cambia de nombre cada semana. Dudo que exista.
El doctor Benway se para ante la puerta y se vuelve a mirar a los DNIs.
- Nuestros fracasos - dice -. En fin, son gajes del oficio.
- ¿Se recupera alguno?
- No volverán, una vez idos nunca volverán - canturrea Benway -. Esta otra sala tiene algún interés.
Los pacientes forman grupos, hablan y escupen al suelo. La droga flota en el aire como una niebla gris.
- Es reconfortante - dice Benway - ver a estos adictos esperando a su Hombre. Hace seis meses estaban todos esquizofrénicos. Algunos no se habían levantado de la cama durante años. Mírelos ahora. En todos mis años de profesión, no he visto nunca a un yonqui esquizofrénico, pese a que los yonquis suelen dar el tipo físico de los esquizos. Si quiere curar a alguien de algo, averigüe quiénes no lo tienen. Oh, a propósito, hay una región de Bolivia en la que no se dan psicosis. Quisiera ir allí antes que se eche a perder con alfabetizaciones, publicidad, televisión y automóviles. Hacer un estudio estrictamente a partir del metabolismo: alimntación, uso de drogas y alcohol, sexo, etc. ¿A quién le interesa lo que piensan? Las mismas tonterías que pensamos todos, me atrevería a decir.
» ¿Y por qué no padecen esquizofrenia los yonquis? Todavía no lo sé. Un esquizofrénico es capaz de ignorar el hambre y morirse de inanición si no le dan de comer. Pero nadie puede ignorar la carencia de heroína. La adicción es un hecho que obliga al contacto.
» Pero éste es sólo un aspecto. La mescalina, el LSD6, la adrenalina en mal estado, la harmalina, pueden priducir una esquizofrenia aparente. Y el mejor producto es el que se extrae de la sangre de los esquizos; así pues, la esquizofrenia es como una psicosis por drogas. Es una conexión metabólica, un Traficante Interior se podría decir.
- En el estado terminal de la esquizofrenia, el cerebro posterior está deprimido permanentemente, mientras que el anterior carece casi de contenido, dado que el cerebro anterior sólo actúa como respuesta a los estímulos del posterior.
»
La morfina actúa como antídoto de la estimulación del cerebro posterior, al igual que al sustancia esquizofrénica(nótese la similitud entre el síndrome de carencia y la intoxicación con ayahuasca o LSD6). Un posible efecto secundario de la droga - en especial los casos de adicción a la heroína en que el adicto tiene acceso a grandes dosis - es la depresión permanente del cerebro posterior, y un estado muy parecido a la esquizofrenia terminal: falta absoluta de afectividad, autismo, virtual ausencia de actividad en el cerebro. El adicto puede pasarse ocho horas mirando la pared. Tiene conciencia de lo que le rodea, pero carece de connotaciones emocionales y, por consiguiente, de interés. Recordar un período de adicción fuerte es como escuchar una grabación de acontecimientos vividos sólo por el cerebro anterior. Relación escueta de acontecimientos exteriores: "Fui a la tienda y compré un poco de azúcar morena. Llegué a casa y comí medio paquete. Me puse una inyección de tres granos, etc". Recuerdos totalmente desprovistos de nostalgia. Sin embargo, tan pronto como el nivel de droga desciende bajo par, el flujo de la carencia inunda el cuerpo.
» Si todo placer es alivio de tensiones, la droga suministra un alivio de todo el proceso vital, al desconectar el hipotálamo, control de la líbido y de la energía psíquica.
» Algunos de mis doctos colegas (innombrables tontos del culo), han sugerido que la droga produce su efecto euforizante por estimulación directa del centro del orgasmo. Parece más probable que la droga lo que hace es interrumpir todo el ciclo, tensión, descarga, descanso. El orgasmo no cumple función alguna para el adicto. El aburrimiento, que indica siempre una tensión no descargada, jamás afecta al adicto. Puede pasar ocho horas mirándose los zapatos. Sólo pasa a la acción cuando se vacía el reloj de arena de la droga.
Al fondo de la sala, un enfermero lecanta un cierre metálico y lanza un reclamo para cerdos. Los yonquis se precipitan gruñendo y chillando.
- Un tipo listo - dice Benway -. Nada de respetar la dignidad humana. Ahora le enseñaré la sala de los delincuentes y pervertidos leves. Sí, aquí la delincuencia es una perversión menor. No niegan el contrato social de Libertonia. Se limitan a tratar de eludir alguna cláusula. Reprensible, pero no demasiado serio. Por aquí abajo... Dejaremos las salas 23, 86, 57 y 97... y el laboratorio.
- ¿Los homosexuales están clasificados como pervertidos?
- No. Recuerde el archipiélago de Bismarck. No hay homosexualidad declarada. Un estado-policía que funcione no necesita policía. A nadie se le ocurre que la homosexualidad sea una conducta concebible... En un matriarcado la homosexualidad es un delito político. Ninguna sociedad tolera el rechazo declarado de sus principios fundamentales. Aquí no estamos en un matriarcado, Insh'allah. Conocerá usted el experimento que consiste en someter unas ratas a electroshock e inmersión en agua fría apenas se acercan a una hembra. Pronto se vuelven todas ratas maricas, y si una de esas ratas chillase «soy una loca y me encaaaanta serlo» sería una rata normal. Durante mi más bien breve experiencia como psicoanalista - puntos de fricción con la Sociedad - a un paciente le dio ataque de locura y salió corriendo por la Estación Central con un lanzallamas, dos se suicidaron y otro se me murió en el diván como una rata de selva (las ratas de selva llegan a morirse si se encuentran repentinamente en una situación desesperada). Sus parientes se cabrean y yo les digo: «Son gajes del oficio. Llévense este fiambre de aquí. Me deprime a los pacientes vivos.» Me di cuenta de que todos los pacientes homosexuales manifestaban fuertes tendencias heterosexuales inconscientes y los heteros tendencias homosexuales inconscientes.
- ¿Y qué concusiones saca usted?
- ¿Conclusiones? Absolutamente ninguna. Era una observación de pasada.
Estamos almorzando en el despacho de Benway y suena una llamada.
- ¿Cómo...? ¡Monstruoso! ¡Fantástico...! Siga con ello y espere.
Colgó el teléfono.
- Estoy dispuesto a aceptar de inmediato el cargo en Islam S.A. Al parecer el cerebro electrónico se ha vuelto loco jugando al ajedrez de dimensiones con el Técnico y ha soltado a todos los sujetos del C.R. Hemos de llegar al tejado. Está prevista la Operación Helicóptero.
Desde el techo del C.R. asistimos a una escena de horror sin igual. Los DIs andan por delante de las mesas de café con largos hilos de saliva colgándoles de la barbilla y los estómagos haciendo sonoros gorgoteos, otros eyaculan a la vista de las mujeres. Los latahs imitan a los transeúntes con obscenidad de monos. Los yonquis han saqueado las farmacias, se chutan por las esquinas... Los catatónicos decoran los parques... Los esquizofrénicos se apresuran por las calles con gran agitación lanzando gritos desgarradores, inhumanos. Un grupo de PRs - Parcialmente Reacondiciondos - tienen rodeados a unos turistas homosexuales y les hacen ver sus cráneos nórdicos sobrepuestos con horribles sonrisas comprensivas.
- ¿Qué quieren? - suelta una de las locas.
- Queremos comprenderles.
Un contingente de simiópatas dan aullidos colgados de farolas, balcones y árboles, cagando y meando encima de los transeúntes.(Un simiópata - no recuerdo el nombre científico de esta anomalía - es un ciudadano convencido de ser un mono, u otro simio. Es una anomalía propia de la vida militar que se cura con el licenciamiento.) Los enloquecidos del amok corretean cortando cabezas a su paso, con rostros dulces y remotos y sonrisa flotante... Ciudadanos con bang-utot incipiente se aferran a sus penes y piden auxilio a los turistas... Salteadores árabes lanzan gritos y alaridos, castran, destripan, arrojan gasolina inflamada... Unos bailarines hacen strip-tease con intestinos, hay mujeres que se meten genitales seccionados en el coño, los raspan, los golpean, los agitan ante el hombre elegido. Fanáticos religiosos en helicópteros arengan a las multitudes y hacen llover tabletas de piedra que contienen mensajes sin sentido... Hombres-leopardo desgarran a la gente con sus garras de hierro, entre toses y rugidos. Iniciados de la Sociedad de Canibalismo Kwakiutl arrancan narices y orejas a mordiscos...
Un coprófago recoge un plato, caga encima y se come la mierda, exclamando: «¡Mmmm, qué rica está!»
Un batallón de pelmazos desenfrenados merodea por calles y hoteles en busca de víctimas. Un intelectual de vanguardia: «Es evidente que la única literatura válida de hoy en día es la que se halla en los informes y las revistas científicas», le ha puesto a alguien una inyección de bulbocapnina y se dispone a leerle un folleto sobre «el uso de la neohemoglobina en el control del granuloma degenerativo múltiple». (Naturalmente, el informe es una pura jerigonza, compuesta e impresa por él.)
Sus primeras palabras: «Me parece usted persona inteligente».(Palabras de mal agüero siempre, muchacho... Cuando las oigas no debes preparar la huida, sino largarte de inmediato)
Un oficial de colonias inglés ayudado por cinco policías jóvenes, ha detenido a un sujeto en la barra del club: «¿Conoce Mozambique?», y se lanza a la saga interminable de su paludismo:
- Así que el médico me dijo: «Lo único que le aconsejo es que abandone la región. De lo contrario acabaré enterrándole a usted.» El matasanos ese se dedica también a las pompas fúnebres. Un poco de aquí, otro poco de allí, digamos, y de vez en cuando se daba a sí mismo un trabajito que hacer. - A la tercera ginebra, cuando ya te vaya conociendo, se pasa a la disentería -. La evacuación es de lo más extraordinario. De un color más o menos amarillo blancuzco, como lefa rancia, y pringosa, ya sabe.
Un explorador de salacot ha derribado a un ciudadadano con una cerbatana de dardos con curare. Le hace la respiración artificial con un pie. (El curare mata por parálisis pulmonar. No tiene ningún efecto tóxico; no es, estrictamente hablando, un veneno. Si se le hace respiración artificial, el sujeto no morirá. El curare se elimina muy rápidamente por los riñones.)
- Eso era el año de la fiebre bovina, cuando se moría todo, hasta las hienas... Así que allí estaba yo, en las fuentes de Culodemono, y sin una gota de vaselina. Cuando llegó por paracaídas mi gratitud fue indescriptible... Por cierto, que hasta ahora no se lo había contado a ningún bicho viviente... plagas esquivas...- su voz resuena a través del vasto vestíbulo vacío de un hotel estilo 1890, terciopelos rojos, plantas de caucho, dorados y estatuas -. Fui el único blanco iniciado en la infame Sociedad Agouti, que presenció y participó en sus ritos innombrables.
La Sociedad Agouti ofrece una fiesta Chimú. (Los Chimús del antiguo Perú eran muy dados a la sodomía y en algunas ocasiones libraban batallas a garrotazos que llegaban a causar varios cientos de bajas en una tarde.) Los jóvenes, retándose y jugueteando con los garrotes, se agolpan en el campo. Comienza la batalla.
La fealdad del espectáculo, amable lector, sobrepasa toda descripción. ¿Quién puede ser un vil cobarde meado de miedo y al mismo tiempo un vicioso mandril culimorado, alternando tan deplorables estados como escenas de vodevil? ¿Quién puede cagar sobre un adversario caído que, moribundo, come la mierda y grita de júbilo? ¿Quién puede ahorcar a un débil mental para recibir su esperma en la boca como un perro vicioso? Con gusto, amable lector, haría gracia de estos detalles, pero mi pluma, como el viejo marinero, tiene su propia voluntad. ¡Oh, Cristo bendito, qué escena ésta! Un chulo joven y bestial hace saltar el ojo de su compañero y se la mete por el cerebro. «Este cerebro ya está atrofiado, y más seco que el coño de la abuela.»
Se convierte en un macarra rockero:
- A tomar por el saco la muy puta. Como un crucigrama, ¿qué relación tiene conmigo el resultado si no hay resultado? ¿Mi padre ya o todavía no? A ti no puedo joderte, Jack, estás a punto de ser mi padre, mejor sería cortarte el cuello y follarme a mi madre a las claras que joder a mi padre o viceversa mutatis mutandis según y cómo, y cortarle el cuello a mi madre, bendita puta, aunque sería la mejor manera de atajar esa horda de palabras y congelar su cuenta corriente. O sea que cuando a uno lo paran en el cambio de agujas no sabe si poner el culo al «padre eterno» o hacerle un corte a la navaja a la señora. Dame dos coños y una picha de acero y procura no meter tu cochino dedo en mi plato, capullo, ¿qué te crees que soy, un receptor con el culo morado huido ya de Gibraltar? Macho y hembra. Los castró él. ¿Hay alguien que no distinga los sexos? Te cortaré el cuello, blanco hijo de puta. Sal a la luz como nieto mío y enfréntate a tu madre por nacer en dudosa batalla. La confesión jodió su obra maestra. Le corté el cuello al portero por un puro error de identidad, era un polvo tan terrible como el viejo. Y en la carbonera todas las pollas son iguales.
Volvamos pues al campo de batalla. Un joven ha penetrado a su camarada en tanto otro amputa la parte más orgullosa del estremecido beneficiario de su vergajo de modo que el miembro visitante proyecta llenar el vacío que natura aborrece y eyacula en la Laguna Negra en la que impacientes pirañas devoran al niño aún no nacido ni - a la vista de ciertos hechos bien probados - probable.
Otro pelmazo anda con una maleta llena de trofeos y medallas, copas y cintas.
- Pues esto lo gané en Yokohama, el premio es el artefacto sexual más ingenioso. (Sujétenlo, es un caso desesperado.) Me lo dio el emperador en persona y todos los demás participantes se castraron con cuchillos de harakiri. Y esta cinta la gané en un concurso de degradación en Teherán en las reuniones de Yonquis Anónimos.
- Me piqué toda la morfina de mi mujer que estaba en cama con una piedra en el riñón tan grande como el diamante Hope, y a ella le di media vagamina y le dije «no esperes que te alivie del todo... Y cállate ya. Quiero disfrutar de mi medicación».
- Robé un supositorio de opio del culo de mi abuela.
El hipocondríaco tira el lazo sobre un transeúnte, lo mete en una camisa de fuerza y empieza a hablarle de su septum podrido:
- Puede producirse una descarga de pus espantosa... espere un poco y la verá.
Hace un strip-tease y guía los dedos recalcitrantes de su víctima por las cicatrices de su operación:
- Toque esta hinchazón purulenta en la ingle, ahí tuve linfogranulomas... Y ahora quiero que palpe mis hemorroides internas.
(Una referencia al linfogranuloma, «bubones climáticos», Una enfermedad venérea viral propia de Etiopía.)«Por algo nos llamas puercos etíopes», se burla un mercenario etíope, venenoso como una cobra real, mientras sodomiza al Faraón. Los antiguos papiros egipcios hablan todo el tiempo de puercos etíopes.
Así que todo empezó en Addis Abeba, como el charleston, pero éstos son otros tiempos. Un Solo Mundo. Ahora los linfogranulomas florecen en Shanghai y en Esmeraldas, en Nueva Orleans y en Helsinki, en Seattle y en Ciudad del Cabo. Pero el corazón añora la patria y la enfermedad muestra una clara predilección por los negros, es la niña bonita de los racistas blancos. Pero se dice que los brujos del Mau Mau están cocinando una preciosidad de venérea sólo para blancos. No es que los caucásinos sean inmunes a esta enfermedad: en Zanzíbar la contrajeron cinco marineros británicos. Y en el condado de Negro Muerto, Arkansas («La gente más blanca y la roña más negra de Estados Unidos. Negro, no dejes que el sol se ponga contigo aquí»), el forense apareció con bubones a proa y popa. Tan pronto como su estado interesante fue evidente, un comité de vecinos ultras lo quemó vivo en los excusados del juzgado, entre grandes disculpas. «Vamos, Clem, hazte idea de que eres una vaca aftosa.» «O un capón con la peste avícola.» «No os pongáis demasiado cerca, chicos. Igual le explotan los intestinos con el fuego». En resumen, la enfermedad tiene la habilidad para viajar, no como algunos virus desgraciados que están destinados a languidecer sin realizarse en las tripas de una garrapata o de un mosquito tropical, o en la saliva de plata de un chacal que agoniza bajo la luna del desierto. Tras una lesión inicial en el punto de infección, la enfermedad pasa a los ganglios linfáticos de la ingle, que se hinchan, revientan y dejan unas grietas que supuran durante días, meses, años, un flujo purulento y pringoso salpicado de sangre y linfa putrefacta. Frecuentemente se complica con elefantiasis de los órganos genitales, y se han señalado casos de gangrena para los que estaba indicada la amputación in medio, de cintura abajo, del paicente, aunque apenas merecía la pena. Las mujeres sufren generalmente infección secundara del ano. Los varones que acceden al coito anal pasivo con un compañero infectado, como si fueran mandriles débiles a punto de poner el culo encarnado, pueden también dar cobijo a un pequeño forastero. A la proctitis inicial y al inevitable flujo purulento - que puede pasar inadvertido en el barullo - sigue una constricción del recto que requiere la intervención de un descorazonador del manzanas o su equivalente quirúrgico para que el infortunado paciente no se vea obligado a tirarse pedos por la boca ni a cagarse en los dientes dando lugar a caso de halitosis persistente e impopularidad con todos los sexos, edades y estados del homo sapiens. De hecho, un bujarrón ciego fue abandonado por su lazarillo, un perro policía, polizonte de corazón. Hasta muy recientemente no había tratamiento satisfactorio. «Se hace tratamiento sintomático», lo que en el oficio quiere decir que no hay ninguno. Ahora muchos casos ceden a la terapia intensiva con aureomicina, terramicina y algunos de los últimos inventos. No obstante, un porcentaje apreciable se muestra tan refractario como los gorilas de las montañas... Así pues, chicos, cuando esas lenguas de fuego jugueteen con vuestras pelotas y vuestras pijas y se os trepen por el culo como su soplete azul invisible de orgones, en palabras de I.B.Watson, Pensad. Dejaos de jadeos y empezad a palpar... y si palpáis un bubón, salíos fuera y decir con un gemido nasa y frío: «¿Crees que me interesa el contacto con tu horrible estado? No me interesa en absoluto.»
Gamberros rockeros adolescentes toman por asalto las calles de todas las naciones. Irrumpen en el Louvre y arrojan ácido al rostro de la Gioconda. Abren puertas de zoos, manicomios, cárceles, revientan las conducciones de agua con martillos neumáticos, rompen a hachazos el suelo en los lavabos de los aviones comerciales, apagan faros a tiros, liman los cables de ascensor hasta dejar un solo hilo, conectan las alcantarillas a los depósitos de agua, arrojan tiburones y rayas, anguilas eléctricas y candirús a las piscinas (el candirú es un pez pequeño en forma de anguila o gusano de medio centímetro de grosor y de unos cinco de largo que circula por ciertos ríos de mala reputación de la cuenca del Amazonas, y que se cuela por la picha o por el culo, o por el coño de las mujeres faute de mieux, y se queda allí enganchado gracias a sus espinas afiladas sin que se sepa bien con qué objeto porque no ha habido ningún voluntario que observe in situ el ciclo vital del candirú), meten el Queen Mary a toda máquina en el puerto de Nueva York vestidos de marineros, hacen carreras con aviones y autobuses de pasajeros, irrumpen vestidos de bata blanca en hospitales y clínicas llevando serruchos y hachas y bisturíes de un metro de largo; sacan a los paralíticos de sus pulmones de acero (imitan sus ahogos revolcándose por el suelo con los ojos desorbitados), ponen inyecciones con bombas de bicicleta, desconectan riñones artificiales, cortan a una mujer por la mitad con una sierra quirúrgica de dos manos, meten piaras de cerdos gritones en la Bolsa, cagan en el suelo de las Naciones Unidas y se limpian el culo con tratados, pactos, alianzas.
En avión y en coche, a caballo, camello o elefante, en tractores, en bicicletas o apisonadoras, a pie, en esquíes y trineos, muletas y saltadores, los turistas asaltan las fronteras, reclamando asilo con imperiosa urgencia «ante una situación indescriptible en que se encuentra Libertonia»; la Cámara de Comercio se esfuerza en vano por contener el desastre:
- Por favor, no pierdan la serenidad. Sólo son unos cuantos locos que se han escapado del manicomio.
William Seward Burroughs nació en St. Louis,
Missouri (Estados Unidos), el 5 de febrero de
1914, en el seno de una familia prestigiosa y
adinerada. Su abuelo paterno, quien se llamaba
igual que el escritor, fue el inventor de una
máquina calculadora que derivó en máquina
registradora, mientras que su madre Laura Lee, era
descendiente del general confederado Rober E. Lee,
y su padre Mortimer Burroughs, poseía la compañía
The Burroughs Corporation.
Después de terminar
sus estudios secundarios acudiendo en St. Louis a
la John Burroughs School y la Taylor School, y en
Nuevo México en Los Alamos Ranch School, William
estudió en la Universidad de Harvard, acabando en
1936 sus estudios de literatura inglesa.
Posteriormente seguría un curso de medicina en
Viena y pasaría brevemente por la facultad de
antropología en Harvard. En su etapa en Austria se
casaría con Ilse Herzfeld
Klapper.
En los años 40 comenzó a
consumir todo tipo de drogas y a disfrutar el sexo con
hombres y mujeres. También conoció por esa época a Jack
Kerouac y Allen Ginsberg, con quien compartía su manera
de ver y entender la vida. El terceto fue el cuerpo
principal de la denominada Generación Beat, desplegando
una literatura experimental en su forma, con querencia
por la improvisación o el collage, y crítica,
inconformista y contracultural en su fondo, con la
relevancia temática de asuntos que plasmaban sus
experiencias con las drogas (fue un experto consumidor
de todo tipo de sustancias) o el sexo (era bisexual), y
un cáustico sentido del humor.
Para su escritura
empleaba en ocasiones la técnica del cut-up, inventada
junto a Brion Gysin. La misma consistía en conformar una
narración mediante la agrupación aleatoria de distintos
textos, confiriendo una singularidad cuasi poética y
alucinatoria a la prosa. Este hecho es apreciable en su
trilogía Nova, compuesta por “La máquina blanda” (1961),
en donde se acuñó por primera vez la expresión heavy
metal con el personaje de Chico Heavy metal, “El
billete que explotó” (1962) y “Nova Express”
(1964).
Burroughs se divorció en 1946 de Ilse y
contrajo matrimonio con Joan Vollmer Adams, quien
fallecería en 1951 a causa de un accidente fortuito que
ocurrió en México cuando William, borracho tras una
fiesta, le disparó un tiro mientras intentaba acertarle
a un vaso colocado encima de la cabeza de Joan, también
en un estado etílico prominente. Ambos tenían un hijo,
William Burroughs III, que moriría a los treinta y dos
años a causa de sus adicciones a las drogas.
Desde
finales de los años 40 viajó por diversos países del
mundo, residiendo en Francia, el Reino Unido, México y
Marruecos, estableciéndose en Tánger.
En la década de
los 70 retornaría a los Estados Unidos, residiendo
primero en Nueva York y después en Lawrence, localidad
ubicada en el estado de Kansas.
Su bibliografía se inicia con “Yonqui” (1953), libro aparecido en su tiempo con el seudónimo de William Lee. Posteriormente publicaría “El almuerzo desnudo” (1959), su texto más popular, censurado en la ciudad de Boston, “Minutos to go” y “El exterminador” (1960), ambos co-escritos junto al pintor Brion Gysin, la citada Trilogía Nova, “La conversación de los dedos muertos” (1963), “Las cartas de la Ayahuasca” (1964), en donde se recogía su correspondencia con Allen Ginsberg, “Las últimas palabras del holandés Schultz” (1970), “Los muchachos salvajes” (1971), “White subway” (1973), “Port of Saints” (1973), “Ciudades de la noche roja” (1981), “The Job” (1982), libro de entrevistas con el autor realizadas por Daniel Odier, “El lugar de los caminos muertos” (1984), “Marica” (1986), libro escrito en los años 50 que no fue publicado en su momento, “The cat inside” (1986), “Tierras del Occidente” (1987), “Interzone” (1987), “El fantasma accidental” (1991) y el libro autobiográfico “Mi Educación: A Un libro de sueños” (1995).
Burroughs, defensor de la posesión de
armas, también era un personaje muy admirado dentro de
la industria musical, formó parte del collage del disco
de los Beatles “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band”,
Soft Machine se llamaron así en tributo a uno de sus
títulos más famosos, y colaboró con diversos músicos de
renombre, como Tom Waits en la obra “The Black Rider”
(1993), y con Kurt Cobain en el EP “The Priest They
Called Him” (1993).
También apareció como actor en la
película de Gus Van Sant “Drugstore Cowboy”
(1989).
William S. Burroughs, quien amplió sus
actividades artísticas con la pintura, murió a causa de
un infarto en Lawrence, Kansas, el 2 de agosto de 1997.
Tenía 83 años.
Partamos con El Almuerzo Desnudo. Este
filme data de 1991 y es obra de David Cronenberg. La película
no es una trascripción literal del libro sino más bien un ensayo ficcionado
sobre Burroughs y el nacimiento de su célebre novela. Más que
sobre las drogas y la adicción, trata sobre el proceso creativo, sobre la
relación entre el autor y su obra. Para alimentar su película,
Cronenberg se sirve no solo del Almuerzo
Desnudo sino también de otros libros como Junky y
¡Exterminador!, así como de la propia biografía de
Burroughs. Estos detalles biográficos son a su vez más
metafóricos que literales.
Llevar a la pantalla El Almuerzo
Desnudo era un proyecto largamente ambicionado por
Cronenberg, quien entretanto rodó otras cuatro películas más y
perdió una cantidad considerable de tiempo escribiendo y preparando un proyecto
basado en un relato de Philip Dick que se acabaría rodando
siete años después por Paul Verhoeven: Total
Recall (que en Chile se conoció con el pueril título de El
Vengador del Futuro.) Con respecto a la temeraria aventura de filmar lo
por muchos considerado “infilmable”, Cronenberg declaró:
“El hecho mismo que se considerase a El Almuerzo Desnudo
imposible de filmar significa que soy libre para inventar algo nuevo. Si
trabajas con un libro de Stephen King, los cuales son
eminentemente filmables, de inmediato estas constreñido por el marco de
expectativas del público. Con El Almuerzo Desnudo no ocurre
eso, nadie espera ver el libro convertido en película por lo que no saben
realmente con qué se van a encontrar en la pantalla”.
El
Almuerzo Desnudo comienza con Bill Lee (Peter
Weller), trabajando como exterminador de insectos en la Nueva York de
1953. Lee aún no es un escritor, o por lo menos no de la forma
que sus amigos Hank y Martin (modelados a
partir de Jack Kerouac y Allen Ginzberg
respectivamente, y a quienes vemos discutiendo en una cafetería), lo son. De
acuerdo a Hank el método de escritura más apropiado radica en
la exhaustiva revisión y corrección de los borradores hasta que cada palabra sea
la perfecta; Martin en cambio, insiste que cualquier tipo de
revisión conflictúa la naturaleza misma del acto creativo al censurar las ideas
e imágenes que primero acuden a la mente. Entra en escena Lee y es consultado
por sus amigos en torno al asunto que les ocupa. “Exterminen todo
pensamiento racional”, es su recomendación.
Cuando
Lee regresa a su casa encuentra a su esposa
Joan (Judy Davis), con una aguja hipodérmica
de insecticida clavada en su pecho. Lee comprende entonces el
porqué de la disminución de su polvo amarillo mata-insectos. “Es una volada
muy literaria” dice Joan. “Una volada kafkiana... Me hace sentir como
insecto.” Lee es llevado posteriormente a una estación de
policía por dos agentes de narcóticos que están convencidos que es él quien está
usando el polvo adictivo. Tras un breve interrogatorio los policías depositan
sobre la mesa un enorme escarabajo que usan para “catar” la sustancia amarilla.
El escarabajo le revela a Lee que en realidad es un agente
secreto y le ordena que liquide a su esposa, una supuesta agente enemiga de
InterZona, territorio productor de droga de África del norte. Lee golpea al
bicho con su zapato y huye. Asustado por lo que considera una alucinación,
Lee visita al Doctor Benway (Roy
Scheider) quien, para lograr que Joan deje el hábito,
le prescribe otra droga –un polvo hecho con la carne negra del ciempiés acuático
brasileño–, que le recomienda mezclar con el insecticida. Lee
prueba la efectividad del compuesto en él mismo y tras encontrar a
Joan fornicando con su amigo Hank sobre el
sillón de su departamento (mientras Martin lee un fragmento de
El Almuerzo Desnudo), informa a su esposa que es el momento de
realizar su “rutina de Guillermo Tell”. Hank
se retira y Joan coloca un vaso de vidrio sobre su cabeza, que
será atravesada por una bala ante los incrédulos ojos de
Martin.
Tras este hecho Lee se refugia
en un bar, donde conoce a una extraña criatura llamada Mugwump,
quien lo felicita por la misión cumplida y le entrega un pasaje a InterZona,
desde donde deberá redactar y enviar reportes regulares. Lee
intercambia su revólver por una máquina de escribir Clark Nova
y a la salida se encuentra con sus dos amigos que le advierten que la policía
esta tras él por la muerte de Joan.
Lee huye a InterZona
y siguiendo las instrucciones del Mugwump, comienza a redactar
informes en su confiable máquina de escribir portátil que, de cuando en cuando,
se transforma en una especie de escarabajo que habla a través de un orificio
anal bajo sus alas.
En InterZona, Lee se encuentra con varios
personajes, como Hans (Robert A. Silverman),
dueño de una fabrica de carne negra, y Tom y Joan
Frost (Ian Holm y Judy Davis), dos
escritores norteamericanos modelados a partir de Paul y
Jane Bowles. Luego de solicitar ser presentado,
Lee mantiene una curiosa charla con
Frost.
Frost: Se dice que mató a su
esposa. ¿Es cierto?
Lee: ¿Quién le dijo eso?
Frost: Las palabras
vuelan.
Lee: No fue un asesinato, fue un
accidente.
Frost: Los accidentes no existen. Por
ejemplo, he estado matando a mi propia esposa durante años
lentamente.
Lee: ¿Que?
Frost:
Bueno, no intencionalmente, quiero decir a nivel de incisión conciente, es
enfermizo, es monstruoso.
Lee: Pero conscientemente lo
sabes, lo acabas de decir, lo estamos
discutiendo.
Frost: No conscientemente. Todo está
sucediendo telepáticamente, no conscientemente.
Lee:
¿Que quieres decir?
Frost: Si ves cuidadosamente mis
labios, veras que estoy diciendo realmente otra cosa. Realmente no te estoy
diciendo las distintas formas en que estoy matando gradualmente a mi esposa.
Posteriormente Lee, siguiendo las instrucciones del
Mugwup, seduce a Joan (que resulta ser
idéntica a su fallecida esposa), instándola a escribir pornografía en la máquina
de Frost, la que se transforma en una especie de vagina
sanguinolenta. El acto de necrofilia ectoplásmica es interrumpido por el ama de
llaves-dominatrix de Joan, quien luego resulta ser
Fedela, que a su vez no es otra sino el Dr.
Benway disfrazado.
Cronenberg ha eludido
sabiamente la tarea de trasladar el libro directamente a la pantalla y ha optado
por un guión que trata metafóricamente sobre el proceso y los factores que
influenciaron la creación de El Almuerzo Desnudo y que además
retrata muy bien dos de los aspectos más interesantes de
Burroughs: el de satirizador social paranoico y el de escritor
de ciencia-ficción (en su novela Burroughs se nos presenta como
un continuador de Jonathan Swift al mismo tiempo que precursor
del cyberpunk.) La película puede ser considerada por los espectadores más
impresionables como obsesiva y extraña, pero no es ni un tercio de lo pertubador
que es el libro. El filme de Cronenberg posee una historia de
amor heterosexual que no está presente en la novela, hay menos insectos por
centímetro cúbico de metraje y menos énfasis en los aspectos de control
totalitario, las temáticas homosexuales son minimizadas y la adicción a la
heroína es reemplazada por la del polvo amarillo. El Almuerzo
Desnudo de Cronenberg es, ciertamente, una fusión de
dos personalidades artísticas, como si el cineasta canadiense y el tío
Bill, “hubieran pasado por el transportador genético de
La Mosca” (Weinrichter). Con respecto a
la proximidad de Cronenberg con el mundo de Burroughs, el primero declaró: “Su
obra forma parte de mi sistema nervioso hasta el punto que todos mis filmes
contienen algún elemento suyo. La primera vez que leí a Burroughs, lo que sentí
fue una sensación de reconocimiento”.
CARRETERA
PERDIDA
El guión de esta película es el fruto de la colaboración
entre David Lynch y Barry Gifford, autor de
Wild at Heart: The Story of Sailor and Lula, llevada al cine
por Lynch en 1990 (la inspiración para Carretera
Perdida nace justamente de un párrafo leído por Lynch
en la novela Night People, de Gifford.)
Lynch, además de declarar que su película es “un relato de
horror negro (noir) del siglo XXI”, la comparó con una cinta de
Möbius. En efecto, Carretera Perdida es una
película circular, como La Jetée o 12 Monos,
como El Almuerzo Desnudo, hasta cierto punto, pero no nos
adelantemos.
Los protagonistas de Lost Highway son
Fred Madison (Bill Pullman), un saxofonista de
jazz y su esposa Renee (Patricia Arquette.) Al
comienzo de la película se hace evidente que la pareja está teniendo problemas
de comunicación y es más, Fred sospecha que su mujer está
engañándolo con otro, sospecha que es reafirmada cuando Renee
se niega a acompañar a Fred a su concierto de esa noche, además
de no contestar el teléfono cuando éste la llama (al llegar a su casa sin
embargo, Fred encuentra a Renee dormida.) Al
día siguiente, una cinta de video aparece en la puerta de los
Madisons. El contenido de la cinta es una breve toma del
frontis de la casa. Esa noche, tras hacer el amor desganadamente,
Fred ve por uno segundos a Renee con el rostro
de un desconocido. Otro video es encontrado por la mañana. Aparentemente filmada
en el dormitorio, esta cinta muestra a Fred y
Renee durmiendo pacíficamente. Ante tal muestra de invasión a
la privacidad los Madisons llaman a la policía. “¿Tienen
una videocámara?”, pregunta uno de los oficiales. “No,
Fred las odia”, responde Renee a lo que
Fred acota: “Me gusta recordar las cosas a mi manera. No
necesariamente tal y como ocurrieron”.
Por la noche la pareja asiste
a una fiesta en casa de Andy, un amigo de
Renee (a quien Fred cree haber visto con su
esposa entre el público la noche del concierto.) Fred, que no
se siente muy cómodo en aquel ambiente se aleja solo a la barra y apresura una
copa, en ese momento, se le aproxima un sujeto extraño (el Hombre Misterioso,
interpretado por Robert Blake), cuyo rostro reconocemos como el
que sustituyera fugazmente al de Renee la noche anterior. Lo
que sigue es, como señala Andrés Hispano, una de las
conversaciones más alucinantes del cine:
Hombre
Misterioso: Nos conocemos, ¿verdad?
Fred: No
lo creo. ¿Dónde cree que nos conocimos?
Hombre
Misterioso: En su casa. ¿No lo recuerda?
Fred
(sorprendido): No, no lo recuerdo. ¿Está seguro?
Hombre
Misterioso: Por supuesto. De hecho, estoy ahí ahora mismo.
Fred (incrédulo): ¿A qué se refiere? ¿Dónde dice que
está?
Hombre Misterioso: En su casa.
Fred: Eso es absurdo.
El Hombre Misterioso busca
un teléfono celular en el bolsillo de su chaqueta y se lo entrega a
Fred.
Hombre Misterioso:
Llámeme.
Fred gesticula como si se tratara de un mal
chiste.
Hombre Misterioso: Marque su número. Hágalo.
Fred llama a su casa, del otro lado de la línea se
escucha la voz del Hombre Misterioso.
Hombre Misterioso:
Le dije que estaba ahí.
Fred: ¿Como ha hecho esto?
El Hombre Misterioso apunta hacia el teléfono.
Hombre
Misterioso: Pregúnteme.
Fred (disgustado):
¿Como se metió en mi casa?
Voz telefónica del Hombre Misterioso: Usted
me invitó. No es mi costumbre presentarme donde no soy requerido.
Fred mira al tipo frente a él, pero vuelve a hablar al
teléfono.
Fred: ¿Quién es usted?
El sujeto ríe
tanto en persona como al teléfono.
Voz telefónica del Hombre Misterioso:
Regréseme mi teléfono.
A la mañana que sigue a este inusual encuentro,
Fred recoge otra cinta de la puerta de su casa y la ve solo. La
cinta lo muestra en el dormitorio junto al cuerpo mutilado de
Renee. Fred grita horrorizado y es devuelto a
la realidad por un puñetazo en la cara propinado por uno de los policías.
¡Díganme que no la he matado!, exclama Fred sangrando por la
nariz.
Fred es condenado a muerte por el asesinato de
su esposa y mientras espera su ejecución en una claustrofóbica celda, se
convierte en otra persona. Pete Dayton (Baltasar
Getty), el joven que ahora ocupa el lugar de Fred es
liberado y entregado a sus padres. Pete regresa a su trabajo de
mecánico y es entonces cuando hace su aparición Mr. Eddy, un
mafioso local que recoge a Pete para que “atienda un
ruidito que hace su Mercedes.” La chica de Mr. Eddy trae
el Cadillac al día siguiente al taller mecánico para que Pete
lo revise. La chica no es otra sino Renee (aquí llamada
Alice), con el cabello rubio. No me extenderé más en el
argumento de esta película, ya que he mencionado los puntos de intersección,
entre Carretera Perdida y El Almuerzo Desnudo,
que me
interesan.
INTERSECCIONES
Punto
1: Asesinato. Éste es el alcance más evidente. Tanto
Lee cómo Fred asesinan a su esposa. Los
motivos de Lee no quedan del todo claro, ¿la asesina por
hastío?, ¿por que la encontró en la cama con Hank?, ¿la mató para
que no lo echaran del trabajo o sólo estaba obedeciendo las órdenes recibidas?
El móvil de Fred es más claro: asesina a Renee
por celos.
Punto 2: Huída. Una vez cometido el crimen
Lee huye a InterZona; Fred por su parte, huye
de su propia identidad.
InterZona, como el mismo
Cronenberg señala en una entrevista, no es un sitio geográfico
propiamente tal sino un espacio proyectivo, un lugar inspirado geográficamente
en Tánger pero que se parece mucho al inconsciente o a un estado de conciencia
alterada, “es obvio que InterZona es un estado mental, y es allí donde radica su
significancia. Lee jamás abandonó Nueva York, probablemente ni
siquiera abandonó su departamento, ésta fue una travesía interior”.
El
contraplano de una estación de autobuses donde Lee se encuentra con
Hank y Martin (totalmente fuera de tono con la
ambientación de InterZona) hace explícito este hecho. InterZona es un lugar
creado por Lee para re-escenificar el hecho traumático de la
muerte de su mujer (el cual logra asumir, al “repetirlo”.) De la misma forma los
Mugwumps y las máquinas de escribir-escarabajos son todos fragmentos de su
alucinógena imaginación, siendo los informes redactados por Lee
no otra cosa que las páginas de lo que terminará siendo El Almuerzo
Desnudo.
Fred, al igual que
Lee, ha perdido la razón y “ha malgastado su locura en
repetir las circunstancias que le llevaron a matar a su mujer”
(Hispano.) La imaginación es todo lo que tiene
Fred para escapar de la situación en que se encuentra y es
probable que nunca dejara su celda en la prisión. De acuerdo a
Hispano, Fred entra en estado de shock al
darse cuenta de lo que ha hecho, siendo todo lo que viene a continuación en la
película, al igual que en El Almuerzo Desnudo, una
reconstrucción que tiene lugar en su mente, lo que excusaría todas las
contradicciones del relato.
Punto 3:
Lee mantiene una charla con un sujeto al que acaba de conocer y
al poco rato esta deriva en una experiencia paranormal al percatarse
Lee que la conversación, en efecto, está siendo llevada a cabo
telepáticamente. Por otro lado, la conversación que Fred
sostiene telefónicamente con el Hombre Misterioso mientras este se halla parado
frente a él evidencia un claro fenómeno de
bilocación.
Como se ha establecido, El Almuerzo Desnudo y Carretera Perdida tratan sobre un mundo simbólico, en ambas el protagonista se reencuentra con su esposa fallecida, ambas narraciones son circulares... hay una tercera película que contiene estos elementos, Solaris. Pero esto es otra historia.