los diez años escribí mi primer relato del Oeste: "El infalible Farrow". Durante los cinco años siguientes escribí otros veinticuatro, siendo el último "La mano inolvidable". Había cumplido quince años y pensé que ya iba siendo hora de tomarme en serio la Literatura.
Recuerdo con mucho cariño aquellos años y aquellos
textos, repletos de tiros, pistoleros y duelos a muerte, de buenos y malos, de
extensas llanuras y estrechos desfiladeros, de sucias cantinas y lujosos
salones, de cazadores de recompensas y sheriffs heroicos, de vaqueros
camorristas y caciques despiadados, de cacerías salvajes y disparos de todos los
calibres...vistos y escritos por un niño que creía en la infalible puntería del
Colt del héroe solitario.
Aquí están algunos de aquellos relatos, tal y
como los escribí, con sus errores sintácticos variados...¡y hasta con algunas
faltas de ortografía!
La
diligencia que se dirigía a Arizona, llegaba en esos momentos al lugar de
destino. La población entera acudía a la llegada de un eminente personaje:
Thomas Huston.
La llegada de este
personaje tenía un objeto: entablar una discreta conversación con los miembros
del partido nacionalista. Los ya extinguidos rebeldes buscaban refugio en otras
ciudades. Después de algunos años se habían acabado estas guerrillas. Por fin
la calma volvió a reinar y Huston llegaba a Arizona para parlamentar con sus
autoridades.
Pero nadie sospechaba
que aún quedaban rebeldes que iban a dar mucho que hablar.
-
Señor
Thomas, por aquí.
El interpelado acompañó
al sheriff.
-
Por
hoy se alojará usted aquí- dijo sonriente- La fecha para el parlamento es
mañana.
Huston se dirigió al
hotel. Desde una ventana dos tipos le estaban observando.
-
¿Ahora?
-
¡Imbécil!...
después.
Un hombre de mediana
edad bajó un rifle.
-
Si no
andas con más cautela, tendrás un serio disgusto.
El interpelado se puso
rojo. Unas carcajadas se oyeron en la reducida estancia.
-
¿Me lo
cargo, jefe?
La respuesta fue un
directo en la mandíbula que lanzó al hombre a las nubes.
-
Que
sea ésta la última vez que entre vosotros oiga cosas desamistosas. Tengo que
hablaros de una cosa muy seria. La llegada de Thomas Huston ha comprometido más
la situación. Por lo tanto, la población va a sentir nuestros efectos. Tú
Steve, toma estos cartelas, y ve poniéndoles al galope en las paredes del
pueblo. Y… de paso dale un “susto a Huston”.
-
Ja,
ja, ja…
Como
un ciclón, el rebelde, con unos carteles en la mano, iba poniéndolos por
doquier. Luego, con una antorcha incendió el hotel donde estaba Huston.
DOS
Los
terribles efectos de los rebeldes fueron acusados por los habitantes de
Arizona. Thomas Huston estaba vigilado por varios centinelas ya que había sido objeto de atentados.
Y
entonces, en aquel crítico momento, surgió una figura fantasmal. Un hombre o un
demonio vestido de negro, que montado en un caballo blanco como la nieve hacía
estragos entre los rebeldes. La población estaba agradecida a este hombre,
aunque no sabían si se trataba de un hombre...o de un fantasma.
Donald
Watson se apeó de la diligencia. Un
vaquero se le acercó.
-
Donald,
obra con cautela. Aquí se sospecha hasta de los perros.
-
Entendido
Kenton.
El
muchacho se dirigió hacia el hotel. Con paso firme entró en él.
-
Desearía
hablar con el señor Huston.
El
hombrecillo que se encontraba al otro lado del mostrador titubeó.
-
Soy
federal
-
Está
bien. Pase por aquí.
Los
dos hombres avanzaron pasillo arriba.
-
Adelante
Watson, sonó la voz de Huston.
-
Hola
viejo, tú por aquí
-
¡Vaya
Donald, cuánto tiempo ¿Qué tal te van las cosas?
-
He
sabido que me ha llamado. ¿Qué ocurre?
-
Has
prestado un gran servicio a los unionistas, y por tanto mereces una
condecoración. Pero no estoy aquí para eso. Quiero que sigas obrando como hasta
ahora. Esta noche, convertido en el fantasma negro, darás unas vueltas
alrededor del saloon Forsite. Allí se aloja Twain, jefe de todos ellos. ¿Alguna
pregunta?
-
Oiga
jefe, y si se me pone a tiro ese tal Twain ¿lo arrugo?
-
Por
supuesto ¡ ja, ja, ja!
---
El
fantasma negro, con su cautelosa mirada, aguardaba fuera del establecimiento.
Llevaba en la mano unas órdenes de Huston. En ellas ponía:
HUSTON PARA WATSON
LIQUIDE A TWAIN
APODÉRESE DE PLANO QUE
GUARDA EN CAJA FUERTE
GRACIAS
T. HUSTON
---
El
caballo de Donald se paró ante el local. Se escondió en la maleza, y esperó una
ocasión. Esta vino al poco tiempo. Se desprendió de su ropas de FANTASMA NEGRO
y avanzó hacia la puerta.
-
Dame whisky, ¡vamos!
Los
pocos que quedaban en el Saloon se fueron. Donald se dirigió hacia los
departamentos. Antes de llegar se ajustó en la puerta donde pudo oír:
-
Bien
Twain, dentro de poco esto se convertirá en nuestras tierras.
-
Arriba
las pezuñas- dijo Donald-, y cuidado con jugarretas.
Pero
Tessen, el compañero de Twain, intentó sacar su arma y se armó la batalla.
Donald
se lanzó hacia Tessen y lo desarmó de un batacazo. Pero por la espalda Twain lo
arrolló de un derechazo en la nuca. Donald se dobló pero flexionando ágilmente
las piernas, consiguió arrastrar consigo a Twain. Rodaron ambos por el suelo.
Donald se desprendió de Twain de una
patada y se abalanzó hacia el plano.
Pero
Twain pudo agarrarlo de los hombros y le propinó un formidable directo que tiró
a Donald patas arriba. Se abalanzó sobre él y le propinó una serie del golpes
cortos en la cara. Donald estaba noqueado cuando cogiendo su pistola atizó un
formidable culatazo a Matt Twain que quedó conmocionado. Casi sin aliento,
Donald saltó por la ventana. Llegó al hotel.
-
¡Uf!,
no puedo más
-
Vamos
a ver...muy bien muchacho, lo has logrado.
Donald y Huston ojearon
el plano.
-
Magnífico,
exclamó Huston. Aquí se encuentra el cuartel general de los rebeldes.
-
Donald,
llama a Winsty, dile que venga
-
¡Winsty¡
-
Ya
voy.
-
Mira
muchacho. Vete a la oficina del sheriff y dile que para mañana, plan XHJA
-
¿Qué?
-
Haz lo
que te mando.
La tropa estaba dispuesta.
-
¡Adelante¡-
gritó Huston.
Pero
sin que nadie lo supiera, el fantasma, o sea Donald, llegaba al cuartel
general.
-
Mira
Tomy, es el fantasma negro, dijo una voz en el fuerte.
El
fantasma negro saltó la valla. Unos guardianes le impidieron el paso. Empezó el
tiroteo.
-
¡Te
estoy buscando Matt Twain- vociferó Donald
-
Aquí
me tienes, cerdo- contestó Twain.
Entonces
Donald se levantó.
-
Ya que
eres tan valiente, ¡lucha conmigo!
Los
dos hombres se pusieron cara a cara. 1 – 2 – 3 – 4 – 5 – 6 – 7 – 8 – 9… ¡10!
Donald
sintió como un zarpazo en el costado. De él manaba abundante sangre. Pero
Twain, yacía en el suelo, agujereado.
En
este crítico momento se oyó a lo lejos un griterío. Las tropas de Huston
llegaban.
-
¡Estoy
salvado! exclamó Donald.
Y el
fantasma negro corrió a abrir las puertas mientras los gritos de Huston se iban
acercando…
©Javier De Lucas