JUAN RAMON JIMENEZ
BIOGRAFIA
Moguer (Huelva) 1881 - San Juan de Puerto Rico 1958). Realizó sus primeros estudios en el colegio de los jesuitas del Puerto de Santa María (Cádiz) y frecuentó más tarde la universidad de Sevilla.
Sus primeros poemas vieron la luz en revistas literarias de Huelva y Sevilla entre 1896 y 1898. Su entrega a la poesía es temprana y total: renunció a seguir estudios universitarios y en 1900 se instala en Madrid, (donde permanecerá hasta 1905) llamado por Villaespesa y Rubén Darío para luchar "por el Modernismo". De constitución enfermiza, recluido en las obsesiones de su mundo artístico particular y atípico, su trayectoria estética parte del modernismo y del simbolismo, para llegar, tras un proceso de pacientísima depuración, a lo que habrá de llamar "poesía desnuda".
La exquisita delicadeza de su espíritu, inquieto sólo ante la belleza y lo inefable, recuerdan el caso de Gustavo Adolfo, uno de sus poetas preferidos. Publica, ALMAS DE VIOLETA y NINFEAS, que ostentan títulos sugeridos por Rubén Darío y Valle-Inclán respectivamente. La muerte de su padre le produjo una crisis de varios años, en los que necesitó cuidados mentales en sanatorios de Madrid y Burdeos, interrumpidas por ocasionales visitas a Moguer, donde escribió, PLATERO Y YO.
En 1916, contrae matrimonio con Zenobia Camprubí Aymar, de origen hindú (con ella había de traducir a Rabindranth Tagore). Viven en Madrid hasta que con la guerra inician un largo peregrinaje por América. En 1951 se instalan definitivamente en Puerto Rico, gracias a la generosa acogida de su Universidad. En 1956 se le concede el Premio Nobel, pero la noticia viene a coincidir con la muerte de Zenobia, la compañera y eficaz colaboradora, apoyo insustituible de un poeta incapaz de enfrentarse con los mínimos detalles materiales de la existencia. El poeta recae entonces en un estado absoluto de ansiedad y melancolía y sólo la sobrevivirá dos años.
Es Juan Ramón el caso extremo de un poeta consagrado por entero a su obra; pocos representan como él ese tipo de poeta encastillado en "torre de marfil" y entregado exclusivamente a una persecución exigente e inacabable de la belleza y de la palabra fundamental. Obras suyas muy importantes son: JARDINES LEJANOS, LAS HIJAS VERDES, LA SOLEDAD SONORA, ELEGIAS, LABERINTO, ESTIO, ETERNIDADES, etc...
POEMAS ESCOGIDOS
EL COLOR DE TU ALMA
Mientras que yo te beso, su rumor
nos da el árbol que mece al sol de oro
que el sol le da al huir, fugaz tesoro
del árbol que es el árbol de mi amor.
No es fulgor, no es ardor, y no es altor
lo que me da de ti lo que te adoro,
con la luz que se va; es el oro, el oro,
es el oro hecho sombra: tu color.
El color de tu alma; pues tus ojos
se van haciendo ella, y a medida
que el sol cambia sus oros por sus rojos
y tú te quedas pálida y fundida,
sale el oro hecho tú de tus dos ojos
que son mi paz, mi fe, mi sol: ¡mi vida!
NADA
A tu abandono opongo la elevada
torre de mi divino pensamiento.
Subido a ella, el corazón sangriento
verá la mar, por él empurpurada.
Fabricaré en mi sombra la alborada,
mi lira guardaré del vano viento,
buscaré en mis entrañas mi sustento...
Mas ¡ay!, ¿y si esta paz no fuera nada?
-¡Nada, sí, nada, nada!... -O que cayera
mi corazón al agua, y de este modo
fuese el mundo un castillo hueco y frío...-
Que tú eres tú, la humana primavera,
la tierra, el aire, el agua, el fuego, ¡todo!,
...¡y soy yo sólo el pensamiento mío!
PRIMAVERA AMARILLA
Abril venía, lleno
todo de flores amarillas;
amarillo el arroyo,
amarillo el vallado, la colina,
el cementerio de los niños,
el huerto aquel donde el amor vivía.
El sol unjía de amarillo el mundo,
con sus luces caídas;
¡ay, por los lirios áureos,
el agua de oro, tibia;
las amarillas mariposas
sobre las rosas amarillas!
Guirnaldas amarillas escalaban
los árboles; el día
era una gracia perfumada de oro,
en un dorado despertar de vida.
Entre los huesos de los muertos,
abría Dios sus manos amarillas.
AGUA HONDA Y DORMIDA
Agua honda y dormida, que no quieres ninguna
gloria, que has desdeñado ser fiesta y catarata;
que, cuando te acarician los ojos de la luna,
te llenas toda de pensamientos de plata...
Agua limpia y callada del remanso doliente,
que has despreciado el brillo del triunfo sonoro;
que, cuando te penetra el sol dulce y caliente,
te llenas toda de pensamientos de oro...
Bella y profunda eres, lo mismo que mi alma;
a tu paz han venido a pensar los dolores,
y brotan, en las plácidas orillas de tu calma,
los más puros ejemplos de alas y de flores.
HOMBRE SOLO
¡Alegre y milagroso vencimiento
que das la libertad!... Me fui, cantando,
al campo verde. Estaba el cielo blando,
saltona el agua y jugador el viento.
Niño puro otra vez, el pensamiento
se me iba en lo más íntimo ocultando,
del ignorado corazón. Y andando,
andando, se me abría el sentimiento...
¡Con qué encanto seguí las mariposas,
cómo cogí la malva del vallado,
y paré el agua con mi mano abierta!
Perdido en la alborada de las cosas,
el universo fui, resucitado
del corazón de la varona muerta.
VERDE PAISAJE
Amo el paisaje verde, por el lado del río.
El sol, entre la fronda, ilusiona el poniente;
y, sobre flores de oro, el pensamiento mío,
crepúsculo del alma, se va con la corriente.
¿Al mar? ¿Al cielo? ¿Al mundo? Qué se yo... Las estrellas
suelen bajar al agua, traídas por la brisa...
Medita el ruiseñor... Las penas son más bellas,
y sobre la tristeza florece la sonrisa.
ANDANDO
Andando, andando;
que quiero oír cada grano
de la arena que voy pisando.
Andando, andando;
dejad atrás los caballos,
que yo quiero llegar tardando
-andando, andando-,
dar mi alma a cada grano
de la tierra que voy pisando.
Andando, andando.
¡Qué dulce entrada en mi campo,
noche inmensa que vas bajando!
Andando, andando.
Mi corazón ya es remanso;
ya soy lo que me está esperando
-andando, andando-,
y mi pie parece, cálido,
que me está el corazón besando.
Andando, andando;
¡que quiero ver todo el llanto
del camino que estoy cantando!
PENSANDO EN TI
Ante mí estás, sí.
Mas me olvido de ti
pensando en ti.
ÁRBOLES HOMBRES
Ayer tarde
volvía yo con, las nubes
que entraban bajo rosales
(grande ternura redonda)
entre los troncos constantes.
La soledad era eterna
y el silencio inacabable.
Me detuve como un árbol
y oí hablar a los árboles.
El pájaro solo huía
de tan secreto paraje
sólo yo podía estar
entre las rosas finales.
Yo no quería volver
en mí, por miedo de darles
disgusto de árbol distinto
a los árboles iguales.
Los árboles se olvidaron
de mi forma de hombre errante,
y, con mi forma olvidada,
oía hablar a los árboles.
Me retardé hasta la estrella.
En vuelo de luz suave
fui saliéndome a la orilla
con la luna ya en el aire.
Cuando yo ya me salía
vi a los árboles mirarme,
se daban cuenta de todo,
y me apenaba dejarles.
Y yo los oía hablar,
entre el nublado de nácares,
con blando rumor, de mí.
Y ¿cómo desengañarles?
¿Cómo decirles que no,
que yo era sólo el pasante,
que no me hablaran a mí?
No quería traicionarles.
Y ya muy tarde, ayer tarde,
oí hablarme a los árboles.
BELLEZA COTIDIANA
¡Belleza cotidiana -amor tranquilo,
qué bella eres ahora!
¡Sí, en todo vives tú! ¡Mata que fue
esqueleto sin luz, hoy toda es rosas;
vereda que te ibas, como el enterrador
al cementerio, por la gavia roja y apestosa
de perros muertos y de almejas malas;
cómo vienes a mí,
clara, saltona
igual que un niño! Agua muda y verde
de mis penas, hoy límpida y sonora
de mi alegría, ¿qué ruedas de oro y plata
le das a mi ventura misteriosa?
Y me iré -aurora hermosa y triste-
hacia más plenitudes. Pero toda
mi vida vieja será ya columna de ascua
cual la palmera de Moguer,
sobre el poniente con la gloria,
seguro, en lo mejor, de que tú estabas,
¡de que puedes estar,
cual Dios, yo niño, estuvo en cada cosa!
TARDE
Cada minuto de este oro,
¿no es toda la eternidad?
El aire puro lo mece
sin prisa, como si ya
fuera todo el oro que
tuviera que acompasar.
-¡Ramas últimas, divinas,
inmateriales, en paz;
ondas del mar infinito
de una tarde sin pasar!-
Cada minuto de este oro
¿no es un latido inmortal
de mi corazón, radiante
por toda la eternidad?
CALLATE
¡Cállate, por Dios, que tú
no vas a saber decírmelo!
¡Deja que abran todos mis
sueños y todos mis lirios!
Mi corazón oye bien
la letra de tu cariño...
El agua lo va temblando,
entre las flores del río;
lo va soñando la niebla,
lo están cantando los pinos
-y la luna rosa- y el
corazón de tu molino...
No apagues, por Dios, la llama
que arde dentro de mí mismo
¡Cállate, por Dios, que tú
no vas a saber decírmelo!
EL RECUERDO
Como médanos de oro,
que vienen y que van, son los recuerdos.
El viento se los lleva,
y donde están, están,
y están donde estuvieron,
y donde habrán de estar... -Médanos de oro.-
Lo llenan todo, mar
total de oro inefable,
con todo el viento en él... -Son los recuerdos.-
LO VERDADERO
Creímos que todo estaba
roto, perdido, manchado...
-Pero, dentro, sonreía
lo verdadero, esperando.-
¡Lágrimas rojas, calientes,
en los cristales helados!...
-Pero, dentro, sonreía
lo verdadero, esperando.-
Se acababa el día negro
revuelto en frío mojado...
-Pero, dentro, sonreía
lo verdadero, esperando.-
REQUIEM
Cuando todos los siglos vuelven,
anocheciendo, a su belleza,
sube al ámbito universal
la unidad honda de la tierra.
Entonces nuestra vida alcanza
la alta razón de su existencia:
todos somos reyes iguales
en la tierra, reina completa.
Le vemos la sien infinita,
le escuchamos la voz inmensa,
nos sentimos acumulados
por sus dos manos verdaderas.
Su mar total es nuestra sangre,
nuestra carne es toda su piedra,
respiramos su aire uno,
su fuego único nos incendia.
Ella está con nosotros todos,
y todos estamos con ella;
ella es bastante para darnos
a todos la sustancia eterna.
Y tocamos el cenit último
con la luz de nuestras cabezas
y nos detenemos seguros
de estar en lo que no se deja.
ADOLESCENCIA
En el balcón, un instante
nos quedamos los dos solos.
Desde la dulce mañana
de aquel día, éramos novios.
-El paisaje soñoliento
dormía sus vagos tonos,
bajo el cielo gris y rosa
del crepúsculo de otoño.-
Le dije que iba a besarla;
bajó, serena, los ojos
y me ofreció sus mejillas,
como quien pierde un tesoro.
-Caían las hojas muertas,
en el jardín silencioso,
y en el aire erraba aún
un perfume de heliotropos.-
No se atrevía a mirarme;
le dije que éramos novios,
...y las lágrimas rodaron
de sus ojos melancólicos.
CASA VIEJA
En las paredes de mi alma abandonada,
por la ventana -piedras dentro-, ¡luna blanca,
qué pobre juegas con la sombra de mi acacia!
-¡Estancia que otro tiempo fue dulce y abrigada,
con tibieza de carnes, con desvelo de lámpara,
con juguetes frescos de lunas y de acacias!-
Negro, perdido pájaro, mi súbita nostalgia,
ciega de sangre, entra por -¡oh muerta esperanza!-
un cristal roto, y sale por otro, a la azul nada.
EL TODO INTERNO
He llegado a una tierra de llegada.
Me esperaban los tuyos, deseado dios;
me esperaban los míos
que, en mi anhelar de tantos años tuyos,
me esperaron contigo,
conmigo te esperaron.
¡Y qué luz entre ellos:
en un sol cenital imprevisto y sonllorante,
sobre una aurora con sus torres contra rojo,
en una noche de encantado desear,
en una tarde de crepúsculo alargado,
entre un mediodía de plomo abrigador,
por una madrugada con nublado y una estrella!
¡Qué luz entre ojos, labios, manos;
qué primavera del latir;
qué tú entre ellos, en nosotros tú;
qué luz, qué perspectivas
de pecho y frente (joven, mayor, niño);
qué cantar, qué decir,
qué abrazar, qué besar;
qué elevación de ti en nosotros
hasta llegar a ti,
a este tú que te pones sobre ti
para que todos lleguen por la escala
de carne y alma
a la conciencia desvelada que es el astro
que acumula y completa, en unificación,
todos los astros en el todo eterno!
El todo eterno que es el todo interno.
IMPENETRABLE
Impenetrable es tu frente, cual un muro.
Tan cerca de los ojos, ¿cómo retiene preso
tu pensamiento? ¿Cómo su recinto es oscuro.
bajo el cabello de oro, sobre el radiante beso?
Con la movilidad del foso de tus ojos,
la fijeza de dardo de los míos esquivas;
a veces, brillan dentro como ponientes rojos,
a veces, como rápidas estrellas pensativas.-
¡Mujer, que yo lo vea! Libra de sus penosas
dudas a este constante asedio de mis penas;
quiero saber si tu alma es un jardín de rosas,
o un pozo verde, con serpientes y cadenas!
LA CRUZ DEL SUR
La cruz del sur se echa en una nube
y me mira con ojos diamantinos
mis ojos más profundos que el amor,
con un amor de siempre conocida.
Estuvo, estuvo, estuvo
en todo el cielo azul de mi inmanencia;
eran sus cuatro ojos la conciencia
limpia, la sucesiva solución de una hermosura
que me esperaba en la cometa,
ya, que yo remontaba cuando niño.
Y yo he llegado, ya he llegado,
en mi penúltima jornada de ilusión
del dios consciente de mí, mío,
a besarle los ojos, sus estrellas,
con cuatro besos solos de amor vivo;
el primero, en los ojos de su frente;
el segundo, el tercero, en los ojos de sus manos,
y el cuarto, en ese ojo de su pie de alta sirena.
La cruz del sur me está velando
en mi inocencia última,
en mi volver al niñodiós que yo fui un día
en mi Moguer de España.
Y abajo, muy debajo de mí, en tierra subidísima,
que llega a mi exactísimo ahondar,
una madre callada de boca me sustenta,
como me sustentó en su falda viva,
cuando yo remontaba mis cometas blancas:
y siente ya conmigo todas las estrellas
de la redonda, plena eternidad nocturna.
LUNA GRANDE
La puerta está abierta;
el grillo, cantando.
¿Andas tú desnuda
por el campo?
Como un agua eterna,
por todo entra y sale.
¿Andas tú desnuda
por el aire?
La albahaca no duerme,
la hormiga trabaja.
¿Andas tú desnuda
por la casa?
LIBRE DE LIBRES
¡La vida, la viva vida
de un ascua, sin consumirme!
¡Que yo lo aspirara todo
en mi combustión sublime!
Sangre incandescente y llama
blanca y azul, donde insigne
se hiciera todo, contento
de ser el fiel combustible.
¡Qué final! Este sería
el ser de todos los fines;
todo quemándose en mí,
y yo con todo, ascua libre.
SU SITIO FIEL
Las nubes y los árboles se funden
y el sol les trasparenta su honda paz.
Tan grande es la armonía del abrazo,
que la quiere gozar también el mar,
el mar que está tan lejos, que se acerca,
que ya se oye latir, que huele ya.
El cerco universal se va apretando,
y ya en toda la hora azul no hay más
que la nube, que el árbol, que la ola,
síntesis de la gloria cenital.
El fin está en el centro. Y se ha sentado
aquí, su sitio fiel, la eternidad.
Para eso hemos venido. (Cae todo
lo otro, que era luz provisional.)
Y todos los destinos aquí salen,
aquí entran, aquí suben, aquí están.
Tiene el alma un descanso de caminos
que han llegado a su único final.
CANTARES
Me da pena cuando veo
en la alegre primavera
algún arbolito seco.
¡Cuán pronto tus flores,
marchitas cayeron!
arbolito que apenas nacía,
¡que joven te has muerto!
Mis besos amantes
tal fuego tenían,
que las flores que ha poco me diste,
están ya marchitas.
¿Y tú me preguntas
que por qué estás pálida?
¿No sabes que pierde sus frescos matices
la flor deshojada?
Volando en el cielo,
en noche de calma,
las azules estrellas errantes
¡qué pronto se apagan!
"Seré siempre tuya"
me dijo en un beso;
y entonces sonaron con tristes gemidos
campanas de muertos.
El corazón se me parte
cuando a mi puerta recuerdo;
¡está la pobre tan sola,
tan sola en el cementerio!
Cuando la muerte separa
dos almas que son dichosas,
pienso con pena: la muerte
¡ay! debe ser muy envidiosa.
No comprendo por qué, niña,
te causan horror los muertos...
eres joven y eres bella;
¿no te gustan los espejos?
Parece una golondrina,
su pie no toca a la tierra;
¡ay! a algunas criaturas
¡qué poco el alma les pesa!
Aunque muy orgullosa seas,
en orgullo no me ganas;
tú, te precias de tu cuerpo,
yo, me precio de mi alma.
Besad a esos pobres niños
que van solos por el mundo
sin encontrar pan ni abrigo.
Era el pobrecillo ciego,
y cantaba sollozando
la luz de unos ojos negros.
¡Qué divinos eran
sus ojos risueños...!
¡pobrecilla! ¡llorando una pena
quedóse sin ellos!
Qué tristes, qué tristes sois
sencillas coplas gitanas;
¿quién al oiros no sueña,
entre recuerdos y lágrimas?
ZENOBIA
Me he convertido a tu cariño puro
como un ateo a Dios. ¿Lo otro, qué vale?
Como un pasado oscuro y andrajoso
puede todo borrarse.
¡Borrarse, sí! Las rimas bellas
que no cantan tu amor; sus matinales
alegrías sin ti: sus tardes líricas
en cuya paz no me miraste;
las noches cuya clara luna llena
no deslumbró tu candoroso ánjel.
El cielo de tu gracia
será el comienzo y el final. En balde
quieren los lobos asaltar la cerca
en donde tus ovejas blancas pacen.
No quiero más que un oro y es el oro
que emanan tus sentidos inmortales.
¡Sólo tú, sólo tú! Sí, sólo tú.
Yo no he nacido, ni he de morir. Ni antes
ni después era nada, ni sería
nada yo sino en ti. Y los rosales
que has colgado en mi alma -¡con qué encanto!-
a este sol viejo y nuevo me entreabren
sus rosas en que el cielo se repite
cándido y múltiple en sus cálices.
PUREZA NEGRA
Me puso sus dos ojos sobre
mis dos ojos. Y todo
lo vi ya negro... Las estrellas
enlutaron, con el jazmín de agosto,
en un fondo infinito de Sevilla,
Giraldas, con crespones alegóricos.
¡Sombra que encandilaste
mi corazón! ¡Serenos, negros ojos,
que, en un tranquilo juego de osadías
y dulzuras, trocasteis el tesoro
mejor del mundo! ¡Ojos, lo puro
es ahora negro, por vosotros!
AZUCENA Y SOL
Nada me importa sufrir,
con tal de que tú suspires,
por tu imposible yo,
tú por mi imposible.
Nada me importa morir,
si tú te mantienes libre,
por tu imposible yo,
tú por mi imposible.
NO SE QUE HACER
No sé lo que he de hacer.
Miro cerradas
todas las puertas;
igual es a mi alma que el invierno
la primavera.
No sé ya para qué
la aurora me despierta.
Sé que no habrá una mano
que me cuelgue las frescas
guirnaldas del amor; que la amistad más noble
es obtusa y convexa.
Nada... Los mismos libros
-una flora de estrellas-
se caen al abismo
de mis miserias.
Las músicas son falsas
y las verdades huecas.
No sé por qué ni para qué descanso...
La misma muerte me parece ciega.
CON LAS ROSAS
No, esta dulce tarde
no puedo quedarme;
esta tarde libre
tengo que irme al aire.
Al aire que ríe
abriendo los árboles,
amores a miles,
profundo, ondeante.
Me esperan las rosas
bañando su carne.
¡No me claves fines;
no quiero quedarme!
LAS ACACIAS
Para dar un alivio a estas penas,
que me parten la frente y el alma,
me he quedado mirando a la luna
a través de las finas acacias.
En la luna hay algo que sufre,
entre un nimbo divino de plata:
hay algo que besa los ojos
y que seca, llorando. las lágrimas.
Yo no sé lo que tiene la luna,
que acaricia, que duerme y que calma,
y que mira en silencio al rendido
con inmensas piedades de santa.
Y esta noche que sufro y que pienso
libertar de esta carne a mi alma,
me he quedado mirando a la luna
a través de las finas acacias.
EL NUEVO MAR
1
Para olvidarme de por qué he venido,
de para qué he nacido, hemos nacido,
vengo a mirarte, mar, loco perpetuo.
Tu movimiento, tu inquietud me calman.
Tú eres el único que sabe
ser sólo él, ser sólo tú,
el único y el solo que no deja
responder a sus olas, sus palabras,
a la pregunta de la luz altiva.
En los días serenos, cuando el aire
con su cielo sobre él, arriba, cree
que te domina y que lo sabes,
tú eres ajeno a él, estás dormido,
estás soñando
la libertad que formas en el mundo
con la revolución sorda por dentro.
2
Tú eres el solo que no quiere
otra cosa que ser, estar en ti, en sí,
y tu lucha es contigo, dinamista
estético, perdiente jugador
de la inmensa belleza solitaria.
Tú eres sólo el más solo de lo todo.
Ni nos ves, como el cielo,
ni quieres que te vean, ni te importa,
ni tienes un consuelo, una respuesta
para el que va a mirarte desde sí,
no desde ti,
para el que va por ti a su centro.
3
Pero a mí no me importa que no escuches.
Yo sé que tú eres tú, y que yo podría
ser como tú, y esto me basta;
amigo de verdad, sin relación,
amigo en la belleza, en la locura,
amigo en no querer ser nada más,
en no querer saber de nadie más.
De nada más. Gritas y brillas,
y saltas y te hundes, te oscureces,
te encojes, te dilatas,
llegas a todas partes y te alejas,
hablas todas las lenguas y te callas,
lloras inmensamente, ríes
a carcajadas que terminan
en alegría universal,
te ofreces y te quitas...
Y todo porque sí, gran paraíso
de acumulada libertad interna.
4
Tú, mar desnudo,
vives, mar, en el centro de la vida;
donde estés tú es el centro,
principio y fin de todo, mina viva.
Eres mar, lo desnudo, la belleza
desnuda,
la única belleza que no admite
velo esterior, como la tierra,
que rompe, que se traga todo velo
y lo convierte en desnudez, la fuente
de todo lo desnudo, pie de Venus
en un momento de contacto humano,
como una concreción de ti
al alcance del hombre.
En ti estás, mar, en tu ola eterna,
el poder y la forma
de todo lo desnudo, metamorfosis
constante,
eterna desnudez de desnudeces.
5
Obra en orilla, estoy de pie
entre mi obra y tú. De ti me voy
a ella, nuevo ejemplo,
ejemplo libre de mi obra.
En sucesión eterna lo eres todo,
todo lo que en el mundo puede ser
y todo lo demás
sin principio y sin fin, mi obra y tu ola,
carne y alma y espejo a un tiempo de ella,
inocencia, esperanza en luz igual,
en plano igual, en igual sitio,
en paz y fuerza unidas,
mar poeta
con la matriz en ti,
trabajador infatigable
a la luna y al sol igual en fuerza,
al alba, al mediodía y a la tarde
y por la noche,
despierto soñador de tus abismos.
6
Muerte viva eres, mar; cojes la muerte,
la bates, la incorporas, la despides,
la unificas en ti.
7
Mar loco, razón única del mundo,
qué bien te mides tu razón inmensa
con tu locura innumerable.
Yo quiero enloquecer de tu locura,
mi pensamiento quiere ser tú mismo,
con todo lo demás, como tus peces,
tus flores y tus piedras,
sin hacer mella alguna en tu ser solo.
¡Qué paz inmensa tu infinita guerra!
¡Ay, no poder quedarme vivo en ti,
sin hambre, sed ni sueiño,
porque no quiero verte sino serte,
ser en ti yo, vivir yo en ti,
ser, terminado como tú, yo mismo siempre,
y siempre igual, siempre distinto,
repetido y sin guía, siempre.
y 8
El hombre
debiera poder ser lo que desea,
debiera poder ser en la medida
de su ilusión y su deseo.
Entonces yo sería tú, que eres tú mismo,
que eres lo deseado del total deseo.
Tú solo, mar, lo sabes todo,
todo lo olvidas;
tú solo, mar, te bastas y te sobras.
Eres, dejas de ser, a un tiempo, todo.
© Javier de Lucas