BLAS DE OTERO
BIOGRAFIA
(Bilbao 1916 - Madrid 1979). Pasó su infancia y juventud en Bilbao, educado en un colegio jesuita. Más tarde residió en Barcelona y en el extranjero.Cultivó una poesía humana, temporalista, en polémica con los que pretendían dedicarla, con J.R. Jim‚nez a la cabeza, a la "inmensa minoría".
La tendencia religiosa visible en los sonetos del CANTICO ESPIRITUAL se mantiene en algunas de sus obras posteriores, como ANGEL FIERAMENTE HUMANO y REDOBLE DE CONCIENCIA, libros que se fundieron en uno solo, ANCIA, título formado por la primera sílaba del primero y la última del segundo. En todos predomina un tono metafísico, cercano a San Juan de la Cruz. Intenta resolver su vacío interior mediante súplicas inútiles a Dios, para desembocar finalmente en un humanismo genérico.
Un paso decisivo en su trayectoria lo representa su libro PIDO LA PAZ Y LA PALABRA (1955), la realidad de la lucha social alcanza en este momento una importancia crucial. La misma temática y el mismo tratamiento se mantienen en su obra siguiente: EN CASTELLANO, CON LA INMENSA MAYORIA, QUE TRATA DE ESPAÑA, meditación que abarca lo personal y lo colectivo de la historia reciente de España en un lenguaje casi cotidiano.
Casi toda su obra anterior y algunos poemas nuevos fueron recogidos en 1981, tras su muerte, en EXPRESION Y REUNION. Pese a que su obra no es muy extensa, ha sido reconocido como una de las máximas figuras de la poesía de la posguerra y la voz de mayor altura lírica en el tratamiento de lo testimonial y social.
POEMAS ESCOGIDOS
EN EL PRINCIPIO
Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.
NI EL NI TU
A martillazos de cristal, el pecho
espera que el dolor le alumbre un llanto
de música esperanza. Y mientras tanto,
silbo en silencio, contemplando el techo.
Sábanas son el mar, navío el lecho,
sedas hinchadas a favor de espanto,
y para qué cambiar: si me levanto
surco la misma sed que si me echo.
Silba en silencio. Sin salir de casa,
silba a los cuatro vientos del olvido,
a ver si vuelve Dios. A ver qué pasa.
Qué va a pasar. Silencio a martillazos.
Un navío en el mar, y otro perdido
que iba y venía al puerto de mis brazos.
EN CASTELLANO
Aquí tenéis mi voz
alzada contra el cielo de los dioses absurdos,
mi voz apedreando las puertas de la muerte
con cantos que son duras verdades como puños.
Él ha muerto hace tiempo, antes de ayer. Ya hiede.
Aquí tenéis mi voz zarpando hacia el futuro.
Adelantando el paso a través de las ruinas,
hermosa como un viaje alrededor del mundo.
Mucho he sufrido: en este tiempo, todos
hemos sufrido mucho.
Yo levanto una copa de alegría en las manos,
en pie contra el crepúsculo.
Borradlo. Labraremos la paz, la paz, la paz,
a fuerza de caricias, a puñetazos puros.
Aquí os dejo mi voz escrita en castellano.
España, no te olvides que hemos sufrido juntos.
HOMBRE
Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.
Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.
Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.
Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser y no ser eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!
LÁSTIMA
Me haces daño, Señor. Quita tu mano
de encima. Déjame con mi vacío,
déjame. Para abismo, con el mío
tengo bastante. Oh Dios, si eres humano,
compadécete ya, quita esa mano
de encima. No me sirve. Me da frío
y miedo. Si eres Dios, yo soy tan mío
como tú. Y a soberbio, yo te gano.
Déjame. ¡Si pudiese yo matarte,
como haces tú, como haces tú! Nos coges
con las dos manos, nos ahogas. Matas
no se sabe por qué. Quiero cortarte
las manos. Esas manos que son trojes
del hambre, y de los hombres que arrebatas.
ESPAÑA
A veces pienso que sí, que es imposible
evitarlo. Y estoy a punto de morir
o llorar. Desgraciado de aquel que tiene patria,
y esta patria le obsede como a mí.
Pregunto, me pregunto: ¿Qué es España?
¿Una noche emergiendo entre la sangre?
¿Una vieja, horrorosa plaza de toros
de multitud sedienta y hambrienta y sin salida?
Fuere yo de otro sitio. De otro sitio cualquiera.
A veces pienso así, y golpeo mi frente
y rechazo la noche de un manotazo: España,
aventura truncada, orgullo hecho pedazos,
lugar de lucha y días hermosos que se acercan
colmados de claveles colorados, España.
A LA INMENSA MAYORIA
Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos.
Así es, así fue. Salió una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.
Tiendas de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.
¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.
Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última voluntad. Bilbao, a once
de abril, cincuenta y uno.
HIJA DE YAGO
Aquí, proa de Europa preñadamente en punta;
aquí, talón sangrante del bárbaro Occidente;
áspid en piedra viva, que el mar dispersa y junta;
pánica Iberia, silo del sol, haza crujiente.
Tremor de muerte, eterno tremor encarnecido,
ávidamente orzaba la proa hacia otra vida,
en tanto que el talón, en tierra entrometido,
pisaba, horrible, el rostro de América adormida.
¡Santiago, y cierra España! Derrostran con las uñas
y con los dientes rezan a un Dios de infierno en ristre,
encielan a sus muertos, entierran las pezuñas
en la más ardua historia que la Historia registre.
Alángeles y arcángeles se juntan contra el hombre.
Y el hambre hace su presa, los túmulos su agosto.
Tres años y cien caños de sangre abel, sin nombre...
(Insoportablemente terrible es su arregosto.)
Madre y maestra mía, triste, espaciosa España.
He aquí a tu hijo. Ungenos, madre. Haz
habitable tu ámbito. Respirable tu extraña
paz. Para el hombre, Paz. Para el aire. Madre, paz.
INERME
Aún no nos damos por vencidos. Dicen
que se perdió una guerra. No sé nada
de ayer. Quiero una España mañanada
donde el odio y el hoy no maniaticen.
Ínclitas guerras paupérrimas, sangre
infecunda. Perdida.(No sé nada,
nada.) Ganada (no sé) nada, nada:
éste es el seco eco de la sangre.
Por qué he nacido en esta tierra. Ruego
borren la sangre para siempre. Luego
hablaremos. Yo hablo con la tierra
inerme. Y como soy un pobre obrero
de la palabra, un mínimo minero
de la paz, no sé nada de la guerra.
ES INUTIL
Cada beso que doy, como un zarpazo
en el vacío, es carne olfateada
de Dios, hambre de Dios, sed abrasada
en la trenzada hoguera de un abrazo.
Me pego a ti, me tiendo en tu regazo
como un náufrago atroz que gime y nada,
trago trozos de mar y agua rosada:
senos las olas son, suave el bandazo.
Se te quiebran los ojos y la vida.
Lloras sangre de Dios por una herida
que hace nacer, para el amor, la muerte.
¡Y es inútil pensar que nos unimos!
¡Es locura creer que pueda verte,
oh Dios, abriendo, entre la sombra, limos!
FIDELIDAD
Creo en el hombre. He visto
espaldas astilladas a trallazos,
almas cegadas avanzando a brincos
(españas a caballo
del dolor y del hambre). Y he creído.
Creo en la paz. He visto
altas estrellas, llameantes ámbitos
amanecientes, incendiando ríos
hondos, caudal humano
hacia otra luz: he visto y he creído.
Creo en ti, patria. Digo
lo que he visto: relámpagos
de rabia, amor en frío, y un cuchillo
chillando, haciéndose pedazos
de pan; aunque hoy hay sólo sombra, he visto
y he creído.
LUEGO
Cuando te vi, oh cuerpo en flor desnudo,
creí ya verle a Dios en carne viva.
No sé qué luz, de dentro, de quién, iba
naciendo, iba envolviendo tu desnudo
amoroso, oh aire, oh mar desnudo.
Una brisa vibrante, fugitiva,
ibas fluyendo, un agua compasiva,
tierna, tomada entre un frondor desnudo.
Te veía, sentía y te bebía,
solo, sediento, con palpar de ciego,
hambriento, sí, ¿de quién?, de Dios sería.
Hambre mortal de Dios, hambriento hasta
la saciedad, bebiendo sed, y luego,
sintiendo, ¡por qué, oh Dios!, que eso no basta.
CUERPO DE MUJER
Cuerpo de la mujer, río de oro
donde, hundidos los brazos, recibimos
sin relámpago azul, unos racimos
de luz rasgada en un frondor de oro.
Cuerpo de la mujer o mar de oro
donde, amando las manos, no sabemos
si los senos son olas, si son remos
los brazos, si son alas solas de oro...
Cuerpo de la mujer, fuente de llanto
donde, después de tanta luz, de tanto
tacto sutil, de Tántalo es la pena.
Suena la soledad de Dios. Sentimos
la soledad de dos. Y una cadena
que no suena, ancla en Dios almas y limos.
ESTE ES EL LIBRO
Este es el libro. Ved. En vuestras manos
tenéis España. Dicen que la dejo
malparada. No es culpa del espejo.
Que juzguen los que viven por sus manos.
Escrito está con nombres castellanos,
llanto andaluz, reciente, y algún viejo
trozo de historia: todo con un dejo
vasco, corto en palabras.
Ved, oíd.
Preguntad quién calumnia a quién. Quién vive
de espaldas a la luz. No sé. Decid
quién encendió la paz frente al nazismo
incendiario. Quién hace, quién escribe
la historia de mañana desde hoy mismo.
PROAL
Este es el tiempo de tender el paso
y salir hacia el mar, hendiendo el aire.
Hombres, levad los hombros
sonoramente, bajo el sol que nace.
Este es el mar, las armas son aquellas
que, estrepitosamente, se deshacen.
Hombres, izad, alzad
hacia la paz los encendidos mástiles.
España, espina de mi alma. Uña
y carne de mi alma. Arráncame
tu cáliz de las manos.
Y amárralas a tu cintura, madre.
ISABEL
Mademoiselle Isabel, rubia y francesa,
con un mirlo debajo de la piel,
no sé si aquél o ésa, oh mademoiselle
Isabel, canta en él o si él en ésa.
Princesa de mi infancia: tú, princesa
promesa, con dos senos de clavel;
yo, le lívre, le crayon, le... le.... oh Isabel,
Isabel.... tu jardín tiembla en la mesa.
De noche, te alisabas los cabellos,
yo me dormía, meditando en ellos
y en tu cuerpo de rosa: mariposa
rosa y blanca, velada con un velo.
Volada para siempre de mi rosa,
mademoiselle Isabel, y de mi cielo.
© Javier de Lucas