TODO ESO
Se abrirán las ventanas lentamente
cuando vuelva a asomar la primavera
con un eco sutil, como si fuese
el sol al refelejarse con la tierra
fundiendo en las montañas del pasado
las nieves que quedaban a tu lado.
Irrumpirá una luz tan cegadora
que borrará la sombra anochecida,
sombra que emigrará hacia otra alcoba
para pasar el resto de sus días...
sombra desenredada de tus brazos
que no caminará junto a tus pasos.
Será una sinfonía de violines
la que abrigue el silencio que antes era
el único señor de los confines,
el absoluto dueño de la espera,
sonidos de violines y guitarras
borrándote las horas más amargas.
Y todo un vuelo blanco de palomas
inundará de pronto el claro cielo
donde antes la noche fue mazmorra
de sueños condenados al silencio...
las palomas serán pañuelos blancos
adioses del ayer, que fueron tantos.
Volverán a crecer aquellas flores
en las desiertas crestas del hastío,
el gris se pintará de mil colores,
colores salpicándole al vacío:
azules imposibles, verdes claros,
amarillos intensos encantados.
Se abrirán las ventanas lentamente
y el mundo estallará de dentro a fuera,
habrá un descanso al fin por la pendiente
cuando rompa otra vez la primavera,
y será solamente, todo eso,
por la magia fantástica de un beso.
A TU CUERPO DISPERSO
A tu cuerpo disperso,
omnipresente eterno,
a tu cuerpo difuso
le dedico estos versos,
porque sé que reside
bajo su piel, mi intento
de ganar la batalla
a mi enemigo el tiempo.
Porque sé que me espera
como una flor, abierto
para aclarar las dudas
que no tienen remedio,
para entender que todo
me lo dejo muy lejos
al entrar sigiloso
en tu cuerpo disperso.
Tu cuerpo está en el aire,
en el agua que bebo,
al morirse la tarde
y al renacer el eco,
al volar una hoja
en ese corto vuelo
que amanece en el árbol
y anochece en el suelo.
Tu cuerpo que no miente,
que sabe lo que pienso,
que me agita, me enciende
y me apaga de nuevo
y de todo me cubre,
me protege del miedo,
me anima, me conmueve,
me empuja mar adentro.
Tranquiliza mi alma
cuando se dobla al viento,
es la realidad misma
entre sutiles sueños,
deja claras las metas
y rotundos los términos
cuando mi vida trepa
por tu cuerpo disperso.
Por tu cuerpo, guarida,
tejado, parapeto,
fábrica de caricias,
restaurador de anhelos...
desde mi yo confuso
le dedico estos versos
a tu cuerpo difuso,
a tu cuerpo disperso.
PARA TU VEINTE AÑOS
Para tus veinte años
que me parecen lunas,
escalera de nardos,
atardecer de dudas...
para tus veinte años
salpicados de sueños,
por si siguen soñando
te dedico estos versos.
Para veinte sonrisas
que florecieron pronto,
apretadas de prisas
por abarcarlo todo,
para veinte esperanzas
que pusiste en el juego
y que defiendes hasta
oscurecer los miedos.
Para veinte canciones
que escribiré en verano,
una por cada sueño
que se va realizando...
para todo ese mundo
adornado de azules,
porque siga tu rumbo
y que el Sol te deslumbre.
Esa flor encendida
que te baila en el alma,
donde está su guarida
amaneciendo intacta...
para veinte milagros
de coraje y ternura...
para tus veinte años
que me parecen lunas.
CAE LA TARDE
Ahora cae la tarde, trepa el viento
y se encarama encima del ocaso,
las hojas se cayeron no hace tiempo
y hay cuatro o cinco pasos
que pintan el fracaso y no se han vuelto.
Hay un leve dolor que llega al alma
y se descuelga luego hasta las manos,
ese frío que corre por mi espalda
al paso de los años,
no sé cómo ha empezado ni se acaba.
Aunque no es comparable en el acecho
a un poco de morir que va rondando
en un rincón oscuro del cerebro,
ese dolor cargado
del presagio invisible del invierno.
Cae la tarde, despacio, entristecida
buscando a sus pesares un remedio,
echándole en la cara de mi vida
la confusión y el miedo
de los años, los meses y los días.
Cae la tarde ahora más aprisa,
la noche la oscurece en un instante,
le ha borrado la última sonrisa,
hay un silencio errante
que dice que se va y no volvería.
Yo no supe volver y aunque quisiera,
quizás, aunque pudiera, no lo haría;
ahora cae la tarde, sólo queda
un poco de mi vida
y mucho por hacer...si yo lo hiciera.
POR EXTRAÑOS CAMINOS
Por extraños caminos
el amor anda,
tras la huella del sino,
por la sombra del alba,
entre fuego y olvido,
voz y mordaza,
compartiendo el latido
de la esperanza.
Encendiendo un suspiro
cualquier mañana,
compañero y amigo
de las horas contadas,
celador impulsivo
que llega y habla
con un breve motivo
y una palabra.
Empujando un sentido
que se desmanda,
sofocando un gemido
que se vuelve nostalgia...
qué fugaz recorrido
su noche larga
con el eco prendido
de lo que acaba.
Qué rincón lo ha tenido
mientras descansa,
dónde guardó su nido,
en que sitio su casa;
del azar, peregrino,
de la escapada
al extraño camino
por donde anda.
Disfrazado, escondido,
simple comparsa
que creciendo furtivo
en el alma se agarra...
no se sabe el motivo,
por qué te atrapa,
mas se sabe, si llega,
que está y que manda.
CUANDO ME LIBERE
Cuando me libere
de este pobre traje
y en el equipaje
sólo ponga el alma,
cuando todo en calma,
sin pena, sin llanto,
me cure de espanto
y vuele hacia el sol...
cuando una mañana
se abra mi ventana
y el viento me lleve con él....
entonces seré una fuente
por la pendiente
de algún camino,
entonces ya libremente
por todo el aire
yo vagaré.
Cuando me libere
de esta carne blanda
a la que se manda
pero no obedece,
y que me parece
echa para nada,
para la renuncia
y la abdicación...
cuando los cristales
de mis ventanales
se fundan al fuego del sol...
entonces seré ese día
que de alegría
brilla en el tiempo,
entones al fin presiento
que por el viento
yo vagaré.
LOS OLVIDADOS
Cerraron la tapa,
crujió la madera
al echar la capa
de gruesa tiniebla;
el cura, una vieja
y el sepulturero
fueron la compaña
del mísero entierro.
Las hojas que vuelan
cayendo la tarde,
el olor de tierra
a tumba que se abre,
y allá en el cortejo
de los olvidados
entró el pobre viejo
de los ojos claros.
Ni siquiera un nombre
registra la losa,
aquel pobre hombre
fue tan poca cosa
que toda su vida
quedó en un momento
borrada, perdida,
disuelta en el tiempo.
Y yo me pregunto
quién fue aquel hombre
que ahora, sin nombre,
se pudre en la tierra,
que bajo unas piedras
desnudas y frías,
a la tierra envía
lo que es de la tierra.
Qué fue de su vida,
que fue de sus sueños,
cuáles sus mentiras
y sus pensamientos,
sus momentos tristes,
sus duros trabajos
antes de morirse
y hundirse allá abajo.
Mas sé que sus cosas
son como las mías,
hagas lo que hagas,
vivas como vivas;
al final, de viejo,
con miedo y cansado,
entrar al cortejo
de los olvidados.
POR VIVIR
Recibirás un poco de costumbre
como torpe moneda clandestina
y una nerviosa luna que te alumbre
de manera fugaz y repentina
porque poco te dan, ni como pago
de tanto vino amargo, tanto trago.
Reclamarás entonces al eterno
intérprete ritual de ventanilla
y será tu intención tan sólo un tierno
canto de cisne huérfano de orilla,
porque nadie te mira ni te escucha
aunque exista la gente y haya mucha.
Te inventarás después algún camino
por aislarte del grito lapidario,
y un apunte de cambio de destino
que ocupará muy poco en tu diario
porque nadie te quiere diferente,
que la gente te quiere sólo gente.
Volverás a buscar por si en el paso
hubiese alguna voz como la tuya,
pero tu voz es parte del fracaso
y es probable que pronto se destruya
y amanezca un silencio cualquier tarde
volando indiferente por el aire.
Posiblemente un día, malherido,
intentarás tirarte por la borda
huyendo de vivir por mal vivido,
hastiado del absurdo de la horda
de bárbaros extraños que te invitan,
te engañan, te prometen y te quitan.
Pero comprobarás que no hay salida
y lo quieras o no, tendrás que hacerte
vividor y ladrón, bala perdida,
viajero persiguiéndole a la suerte,
y tendrás para ti la vida entera
que tendrás que vivir a tu manera.
CITA OBLIGADA
Un catorce de Mayo, ya lo ves,
después de tanto tiempo, tan después,
y tanto que callar y que decir,
y tanto recordar, tanto sentir.
Era cita obligada, lo debía
(te debo tantas cosas), yo quería
ponerte mis razones a peldaños
subiendo en esa cita por los años.
Empresa inalcanzable, fueron cosas
saltando por el aire caprichosas,
palabras que al decirlas ya sabían
no poder expresar lo que querían.
Yo no sé qué cruzaba por tu mente
cuando al fin regresamos al presente
ahora que el camino reencontraba
el aire de otro tiempo que pasaba.
Aquel camino nuestro, porque el tuyo
al que ya ni le sigo ni le influyo,
no estuvo nunca solo ni era triste
con esa nueva luz que descubriste.
Y el mío se alejaba de tu vida
sin un adiós siquiera en la partida;
yo quise dar palabra a mis motivos
y no supe encontrarlos, tan esquivos.
El recuerdo flotaba y en su aliento
se quiso escabullir mi sentimiento,
el mismo que en silencio te envolvía
y aunque le respirabas, no le oías.
En él puse en pedazos, a girones,
nuestros viejos encuentros, los rincones
tan repletos de ti y tan ausentes,
tan caducados ya y tan vigentes.
Esos viejos recuerdos, los pequeños
guardados en el arca de los sueños,
una calle de un pueblo, un viejo bar,
una luna siguiendo nuestro andar.
Un camino a la vera del arroyo
con tu mano buscándose mi apoyo,
un baile en una plaza, una fiesta,
un te quiero, un yo a ti como respuesta.
Mirándose al final, como se labra
solemne la emoción sin la palabra,
estaba todo allí y allí los dos
y en medio la distancia y el adiós.
Entonces, sin hablar, salimos juntos
a bailar "Butterfly" en mil segundos,
nos abrazamos tanto, mientras era
la música al sonar enredadera.
Tu cuerpo fue de pura filigrana,
manojo de claveles y campanas,
quedaron las razones en el suelo
y seguimos bailando por el cielo.
Un catorce de Mayo, ya lo ves,
después de tanto tiempo, tan después...
nos besamos con prisa en todas partes
y yo volví a quererte...y a olvidarte.
TU FRIA PALIDEZ
Cómo quise esperarte cuando el día
me sugirió tu aliento
con el ambiguo tono de tu acento
y tu melancolía;
cómo quise expresar que ya eras mía
robándole a tu piel
aquella sensación que te invadía
de fría palidez.
Cómo quise volcarme en un segundo
al borde de tu vida
así sin más, jugándome mi mundo
a una sola partida;
cómo quise saberte sorprendida,
inquieta aquella vez
en que besé en silencio y a escondidas
tu fría palidez.
Cómo puse el amor en un te quiero
envuelto en tu mirada,
esa mirada azul que fue primero,
que fue antes que nada;
cómo quise cubrir tu retirada,
vencerte la altivez
y cruzarme de un salto aquella helada
y blanca palidez.
Y todo sucedido en un momento,
y todo en un instante
como una inesperada voz del viento
que lleva por delante;
con ese sentimiento fue bastante:
¡qué loca insensatez
querer como yo quise tu distante
y fría palidez!
PERDER EL PASO
Perderé pronto el paso,
el paso dejo
con sabor a fracaso
y a rencor viejo
de rendiciones,
desigual aparejo
las ambiciones.
Actuación prolongada
sin un aparte,
entelequia forzada
donde no hay arte
en el simplismo
de no poder zafarte
del uno mismo.
Caminando el estigma
del que no llega,
en el aire el enigma
que todo ciega
y que confunde
al que lucha sin tregua
cuando se hunde.
Y si al menos la piel
se resistiera
a surcarse en la hiel
de mil maneras,
sería esta historia
de continuas esperas,
una victoria.
Pero rápido rueda
por la pendiente
y se arruga y se queda
como exponente
de la aventura,
probecita doliente
caricatura.
Por quitarme de en medio
una manía,
por hallar un remedio
de un solo día,
este fracaso
que va perdiendo el paso,
resistiría.
A PUNTO DE PARTIR
A punto de partir, miré hacia abajo
y un eco de vacío despedía
mi tren en el andén, mi último paso
por aquel laberinto de mis días.
A punto de partir, los sueños rotos
escapados como agua de mis manos,
se alejaban furtivos, poco a poco,
y agitaban por mí pañuelos blancos.
A punto de partir, las amapolas
dejaron de pintar montes y orillas,
el prado estaba seco, las gaviotas
surcaban unas olas amarillas.
Y yo pensaba allí, desorientado
entre la incongruente algarabía
de gentes que se van, de adioses largos
a través de ceradas ventanillas.
Sin nada que decir, como hace tiempo,
divorcio entre razones y palabras,
con miedo de enfrentarme con lo nuevo,
con miedo de dejar lo que dejaba.
A punto de partir, en la incoherencia
de no saber el fin de este viaje,
coloqué como pude en la conciencia
los tres o cuatro bultos de equipaje.
Y abrí la ventanilla aquella tarde
a un mundo que era hostil, que me veía
huir lejos de todos y de nadie
buscando en el viaje otra mentira.
VOLVIO UNA TARDE
Volvió una tarde así, el Sol brillaba
por un cielo de brumas y presagios,
y trajo su aire azul que retornaba
en medio de rutinas y de agravios.
Volvió una tarde así, como quien vuelve
de un largo pasear por otro espacio,
y me besó en los labios, como siempre,
el beso de esperanza y de fracaso.
Y dio por hecho renacer la historia
que llenó tanto tiempo en el pasado
con un ¿cómo te encuentras? de memoria,
con la caricia experta de sus manos.
Después de tantos años, yo me dije,
de tanto caminar, de tantos pasos,
de estar desesperado, de ser triste
intérprete ritual del desengaño.
¿Qué hacer, cómo expresar que alumbró el odio
los perdidos rincones de la ausencia,
que hubo un tiempo en que faltaba todo
porque todo lo puse junto a ella?
Mas nada demostré, seguí sus pasos
por las habitaciones de la casa,
¿me perdonas? me dijo y dije ¡claro!
y pinté una sonrisa... y una lágrima.
AQUEL OTOÑO
Aquel Otoño
se quedaron aquí las golondrinas,
aquel Otoño
eran verdes las hojas, no amarillas,
del mismo modo
renacieron por fin las esperanzas
quel Otoño,
los labios como metas, como espadas.
Aquel Otoño
no se vistió de luto la ladera
como si todo
anunciase una nueva Primavera;
aquel Otoño
la nieve que cayó sobre las sienes
se fue hasta el fondo
y se fundió en el lago del presente.
Aquel Otoño
repicaron campanas generosas
como si otros
recordasen el ruido de las olas,
aquel Otoño
la calma se instaló en el pensamiento
y poco a poco
retornaron las risas y los ecos.
Volvió la vida
a mostrar otras cosas que reveses,
que las temidas
circunstancias adversas, incoherentes,
se abrió una rosa
en medio de un jardín deshabitado
y una imperiosa
urgencia de romper con el pasado.
Aquel Otoño
no fue el precursor de un duro Invierno,
no fue el soplo
que anuncia la llegada de los hielos;
aquel Otoño
pasó tan apacible que ahora pienso
si fue un Otoño
u otra noche soñando el mismo sueño.
TREGUA
Ahora hay paz donde antes hubo lucha,
amanece una tregua lentamente,
una tregua puntual que nunca es mucha
sino gota fugaz en el ambiente.
Se disipa después lo tenebroso
y se hace el camino más propicio,
de momento no es cruel ni doloroso
el fuego rodeado de artificio.
Y regresa el sentido cotidiano
del hacer tal y cual, como en un rito,
de repente ya no es absurdo y vano
lo que hay que escribir y lo ya escrito.
Y no se tambalea el sentimiento
y se respira a fondo por cambiar
todo el viento de ayer por otro viento
que le ponga otro acento al respirar.
Y así, reconfortado, distraído
por el disfraz sutil del verde valle,
me pinto una sonrisa y bien vestido
presumo de valor: salgo a la calle.
OTRA CIUDAD
Pasa la gente como masa viva
que se va deslizando en el paseo;
ajeno a su pasar y a su deriva
contemplo su expresión y nada veo.
Estoy sentado aquí, indiferente,
otra ciudad igual, en otra estancia,
pensando en olvidarte, como siempre,
poniendo entre los dos tiempo y distancia.
Tú eres para mí un imposible
igual que es imposible ser feliz,
aunque tú eres real y es menos triste
el ser un un imposible a no existir.
Aquí, mientras la gente va pasando,
multicolor serpiente veraniega,
vuelvo a tomar conciencia del cansancio,
del pálido ir y venir que me rodea.
Del detalle que nada me interesa,
del hacer tal y cual omnipresente,
me parece que soy como una presa
en un ajeno mundo diferente.
Y tu imagen, pintura inaccesible
que toca los rincones de mi alma,
el sabor agridulce, incomprensible
del amor y el dolor, del todo y nada.
Vuelvo a pensar de nuevo en olvidarte
en esta otra ciudad tan apacible:
si la felicidad es improbable,
borrarte de mi vida es imposible.
CORRECAMINOS
Callejero del alma,
correcaminos,
rondador de mañanas,
fiel peregrino
de la aventura,
andador con el signo
de la ternura.
Vienes, vas y te meces
en una nube,
saltador me pareces
de baja y sube,
cantor de todo
en el vete y el vuelve
codo con codo.
Libertad bajo el ala,
melancolía,
hacedor de palabras
con la poesía,
grande y pequeño,
soñador todo el día
de todo el sueño.
Que no hiele la nieve
en tu garganta
y que sigas por siempre
cantando, canta
por todo el aire
qu sin ti todo falta,
sin ti no hay nadie.
Yo le sigo admirando
a tu plumaje
que es el todo y el tanto
de tu equipaje,
y me imagino
acompañar tu viaje,
correcaminos.
CELOS
Cuando quedó enterrada entre la arena
la pena por mi ayer y la otra pena,
y se fue deshaciendo por el suelo
pareciendo que nunca volvería,
y cuando la alegría tuvo celos
por verme tan feliz en aquel día.
Cuando todo pintaba corazones
y empezaron a ser las emociones,
cuando dentro empujaron los anhelos
rompiendo soledades en pedazos
y cuando el mismo Sol me tuvo celos
por el cielo que tuve entre los brazos.
Cuando el aire pasaba y me decía
que aquella soledad ya no era mía
y bajando del alto de los cielos
quiso borrar mi miedo de cobarde,
y cuando el mismo amor me tuvo celos
por el amor que tuve aquella tarde.
Y cuando terminó, yo no sabía
que del Sol, del amor y la alegría
yo sería quien luego tuvo celos,
y celos del ayer y de haber sido
del aire, de las rosas y del cielo
y ser tan solo ahora del olvido.
LA HISTORIA DE LOS DOS
No sé si alguna vez te has preguntado
cómo será el último adiós,
no estos adioses conque nos dejamos
para volver un día a reencontrarnos
y proseguir la historia de los dos.
No sé si alguna vez, alguna tarde
mientras terminas de tomar café,
mientras el Sol se esconde por el aire,
pensarás en un día aún distante
en que yo en tu vida no estaré.
Definitivamente, para siempre
no escucharás el eco de mi voz
para alegrarte, para entristecerte,
no tendrás ese beso que te acierte
desde la misma boca al corzón.
Se habrá cerrado entonces ese puente
que une tu país con mi país,
no habrá motivos para que tu mente
se deje deslizar por la pendiente
que te lleva a otro mundo más feliz.
Habrá llegado al fin ese momento,
el momento en que todo terminó,
en que pongas palabra al sentimiento
y escribas de una vez, con trazo lento,
nuestra historia, la historia de los dos.
No será nada fácil, fui en tu vida
algo más que un amante ocasional,
algo más que una triste despedida,
algo más que una brújula encendida
señalando un recuerdo sin final.
Así que es preferible que no pienses
en lo definitivo del adiós,
quizás no llegue nunca, viva siempre
esta historia de amor tan diferente
escrita beso a beso por los dos.
PARA OLVIDARTE
Para olvidarte
voy a enterrar bien hondo los recuerdos,
se me van a olvidar todos los sueños
donde anidaste;
para olvidarte
voy a sacrificar los sentimientos,
voy a pasar por frívolo y escéptico
y a derrumbarme.
Para olvidarte
voy a borrar de un trazo tu sonrisa,
voy a dejar vacía la guarida
donde invernaste,
voy a alejarme
de la cálida luz de tu mirada
donde yo me guardaba las espaldas
cuando me amaste.
Para olvidarte
mentiré a la verdad si es necesario,
cruzaré más veloz el calendario
por distanciarte;
será ignorarte
un caminar disperso, estrafalario,
que me acompañará por mi diario
y absurdo trance.
Para olvidarte
romperé el corazón en mil pedazos,
cegaré la nostalgia en otros brazos
sin compararte;
para olvidarte
yo creo que tendría que matarme
y nacer otra vez y no encontrarte
para olvidarte.
LA PLAYA DE LOS BESOS
La playa de los besos
se encuentra muy adentro
dibujada en la roca,
en la arena y el tiempo;
allí se abrió tu boca
como loca al deseo
cuando nuestros amores
atardecían lentos.
Bandadas de gaviotas
refrenaban su vuelo,
una ola imprudente
se asomaba a tu anhelo...
todo el mar por delante,
encima todo el cielo
pero allí, solamente,
tú y yo y nuestros besos,
que fueron desgranando
el amor, como espejos,
tapando las heridas
que nos produce el tiempo,
devolviendo a sus límites
el deterioro lento
del caminar unidos
por rutinas y miedos.
Por eso a aquella playa
la llamé "de los besos",
porque allí nos besamos
con esos besos nuestros
que últimamente estaban
olvidados, maltrechos,
que quizás, día a día,
se nos hicieron viejos.
Yo sé que en nuestras vidas
habrá un rincón etéreo
al que pondremos nombre:
"la playa de los besos";
si el tiempo nos arroja
a un mundo de silencio,
a ese rincón, no temas,
los dos recurriremos.
Con todo el mar delante,
serenidad, misterio,
con todo el cielo arriba,
inmensidad, secreto,
con la arena testigo
del calor de los cuerpos,
del fulgor de las almas,
del sabor de los besos.
ESCRITA EN EL TIEMPO
A veces, extraña,
destila una lágrima
mi pobre aventura
de desesperanza,
y así, en la oscura
alcoba del alma,
me bebo sin pausa,
mi vieja amargura.
Porque me parece
que esta vida breve
se va, se me escapa
sin que yo me entere,
y sin que descubra
lo que hacer con ella,
me bebo sin tregua
mi vieja amargura.
Porque el sentimiento
se me agota dentro
y cede el estrímulo
y adelanta el miedo;
porque la ternura
se va diluyendo,
me bebo en silencio
mi vieja amargura.
Porque todo pierde
ilusión y fiebre,
y el cuerpo revela
sus miserias siempre,
y de la espesura
de cada diciembre,
despacio amanece
mi vieja amargura.
Mi vieja amargura,
mi triste poesía,
continua deriva
de melancolía...
imagen oscura
que viene de lejos,
escrita en el tiempo
mi vieja amargura.
A UNOS OJOS AZULES
A unos ojos azules que despiden
el dulce resplandor de lo sereno,
el vuelo por el aire y me describen
el amable sabor de los recuerdos.
A una melena rubia que me pide
acariciar despacio sus cabellos,
a una cara de ángel algo triste
que se cruzó de un salto desde el tiempo.
Incluso a esa figura que otra vida
hizo perder la forma de su cuerpo,
entrañable figura desprovista
de otro encanto que su tierno aspecto.
A ti, desde el rincón, desde el refugio
de este espectador que en secreto,
es un admirador del pelo rubio
y de los ojos claros como el cielo.
PARENTESIS
Así, como del aire, los milagros,
así, como del tiempo, los susurros,
así, como del alba, cuatro trazos
perdidos por el mundo
de otro mundo sin tiempo y sin espacio
donde tú apareciste, de escapada,
de un instante también sin rumbo fijo:
tú estabas al final de una mirada
mostrándote en un sitio
donde yo ni podía ni llegaba.
Pero cuando midieron las palabras
(¡qué invento la palabra!), tu momento,
se abrió sin darnos cuenta, sin distancia,
mi puerta hasta tu aliento,
mi tarde hasta tu tarde solitaria.
Y caminamos juntos por en medio
de un instante cargado de esperanzas,
de una ráfaga azul de sentimientos,
de la pura nostalgia,
nostalgia sin motivo, sin remedio.
ANOCHE TUVE UN SUEÑO
Anoche tuve un sueño, no había nadie
en una habitación, los dos entramos
y allí nos encontramos, como alguien
que se estuvo esperando muchos años.
Abrimos las ventanas a la tarde
y a todo el mes de Abril nos asomamos,
sin mirar hacia atrás fuimos al aire:
abrimos las ventanas y escapamos.
E hicimos todo juntos, desde darte
mi tiempo y mi rincón más ignorado,
a abrirte el corazón como se abren
las flores al comienzo del verano.
No quisimos volver a nuestro antes,
ningún recuerdo por lo que dejamos,
no miramos atrás, vimos delante
la vida entera para desquitarnos.
No quisimos volver, sólo un instante
para tomar aliento y entregarnos,
"¡ cuánto tiempo perdimos!", me gritaste,
"¡qué cantidad de amor desperdiciado!".
NO VUELVEN LOS MUERTOS
Cayeron las manos
buscando aquel cuerpo
que ya le era extraño,
que ya le era incierto,
y luego, en la senda
se paró diciendo:
"donde van, se quedan,
no vuelven los muertos".
Sintió de los brazos
las fuerzas huyendo,
su sombra borrando,
borrando su cuerpo;
estaba tan cerca
que olía su aliento,
del lugar que llegan
no vuelven los muertos.
Secados los llantos,
pasados los rezos,
crecía entretanto
más hondo el silencio;
la tierra a la tierra,
adiós al sendero,
por más que se quiera
no vuelven los muertos.
Quizá en otro Mayo,
quizá en otro Enero,
entrado el verano
o tras del invierno
no duela la llaga
que sangra por dentro,
la herida que clama:
"no vuelven los muertos".
No caigan las manos
buscando aquel cuerpo,
no giman los labios
besando el silencio,
no ahonden las simas,
no crezca el aliento
de la voz que grita:
"¡no vuelven los muertos!".
Quizá en otro Mayo,
quizá con el tiempo
se muera despacio,
despacio, el recuerdo,
se olviden, se quemen
los viejos momentos,
porque nunca vuelven,
no vuelven los muertos.
FRENTE AL MAR
Se fue bajando el mar,
se fue bajando,
y la arena trepó
y trepó tanto...
mi pensamiento a ti
se fue volando
como gaviotas que
me hicieron daño.
En otro mar quizás
mucho más calmo,
en otra costa que
te esté albergando,
quizás recordarás
besos amargos
que te dejé al partir
hace ya tanto.
Ahora sí que el amor
que intercambiamos
se ha quedado sin voz
de tan lejano...
en este fuerte mar
inmenso, extraño,
tu amor se me escapó
de entre las manos.
Mas te reencontraré
Septiembre abajo,
cuando tu mar, mi mar,
sean ya pasado;
te volveré a llamar
y a desquitarnos
de este mes sin tu amor,
tan gris, tan largo.
ME FALTA TU PRESENCIA
Me falta tu presencia por la casa
mientras me entrego a mis extraños ritos
de querer atrapar los infinitos.
Me faltan tus aromas por el aire,
tus idas y venidas sin motivo,
tus vueltas y revueltas incansables.
Me faltan esos ruidos apagados
que me llegan de ti como los ecos
de tus atardeceres esperados.
No me hago al silencio que destila
el aire que de risas se despoja,
la planta que de triste se deshoja.
Dejo el libro que leo poco atento,
no me llega la música que escucho,
el tiempo no trancurre de tan lento.
Bostezo, me revuelvo, me impaciento,
no sé qué hacer, la casa es un desierto,
me siento como un mueble, como muerto.
Y es que me pesan ya diez años juntos
abriendo las ventanas cada día,
haciendo cada noche menos fría.
Burlándole un dolor a cada tarde,
escondiendo detrás de la alacena
la lágrima furtiva de una pena.
Me falta tu presencia y es tan fuerte
este oscuro sentimiento mío
que parece que cuelgo del vacío.
No sé qué hacer, quizás salir corriendo,
hacer un rapidísimo viaje
llevando el corazón como equipaje
y ponerlo a tu lado consumido,
desterrar el vacío del sendero
con un abrazo lento y un te quiero.
LA CULPA FUE DE TUS OJOS
En un rincón de la barra
con un vaso que traía
quizás la melancolía
de esperar horas pasadas...
y las cortinas se abrieron
y tu imagen me trajeron,
la imagen que poseías
y yo no reconocía.
Y aquella vez
el corazón me dio un vuelco;
la culpa fue de tu pelo,
de tu pelo y de tus ojos
como trocitos de cielo.
Y en otro rincón, ausentes
de los unos y los otros,
el tiempo pasaba pronto
sin darnos cuenta, tan breve;
y esa canción que decía
que el amor estaba preso,
se quebró con aquel beso
que de pronto aparecía.
Y aquella vez
regresaron los excesos:
la culpa fue de tus besos,
de tus besos y tus ojos
como lagos, como espejos.
Nos abrazamos y hundí
mi cara entre tu cabello,
con más fuerza y más adentro
tu cuerpo entero sentí...
y fue increíble que así
volvieses desde el pasado
a interpretar en mis brazos
lo que entonces no viví.
Y aquella vez
se abrió el corazón a tiempo:
la culpa fue de tus ojos,
serenos, verdes, hermosos,
limpios como el Universo.
SEGUIRA LLOVIENDO
Volverás un día,
un día de viento,
volverás cansada,
me hablarás gimiendo,
y cuando en mis brazos
te olvides del tiempo,
dentro de mi alma
seguirá lloviendo.
Me hablarás de un mundo
que te fue mintiendo,
que luchaste, pero
que te fuiste hundiendo;
buscarás mi calma
llorando y riendo,
pero allá en mi alma
seguirá lloviendo.
Una mueca amarga
será el espejo
que dentro del alma
se reflejará,
y te darás cuenta
que me terminaste
cuando me dejaste
dos años atrás.
Y quizá otro día,
un día de viento,
marcharás cansada,
partirás gimiendo,
y cuando en mis brazos
te estés despidiendo,
dentro de mi alma
seguirá lloviendo...
seguirá lloviendo.
DESATINO
Al encuentro de un destino
confuso, inconsistente,
paso a paso, ciegamente
consumiéndose el camino;
insensato desatino
sin saber jugar, jugar,
intentar poder ganar
unos metros al sendero,
jugar a llegar primero
sin saber a qué lugar.
ASFALTO Y AGUA
Agua, asfalto y agua, negra mañana,
suben tediosos ruidos desde la calle,
entre las figuritas de porcelana
una sola montaña y un solo valle.
Una planta verdosa se defenestra
mirando por la ventana de su santuario,
ritos de cada día donde demuestra
que ni el sol es de todos ni es diario.
Y dos blancas palomas que se resguardan
hablando mal del tiempo, vieja costumbre,
se pasean confusas y se acobardan
por un balcón repleto de incertidumbre.
Agua, asfalto y agua, cemento y miedo
que navega en el aire, oprime y daña,
opaca contradicción, incierto credo
la hiel de la gran ciudad, la telaraña.
Un rayito de luz ilumina un poco
el frío laberinto de la escayola,
pero no llega al ama, alma de loco
que en mitad de la estancia se aburre sola.
Sola, sola de ruido, sola de gente,
de muchedumbre ajena, de pavimento,
de puertas que se cierran habitualmente,
de motivos que llevan al desaliento.
De la verdad que viene pero no llega,
la esperanza furtiva que no traspasa,
ni empieza en el alfa ni termina omega,
la mansión que se habita no es nuestra casa.
Esconderse al abrigo de cuatro muros,
parapeto improbable para el contagio,
más mentiras piadosas para los duros
vientos que desembocan en el naufragio.
Agua, asfalto y agua, cemento y miedo,
esperando el milagro y que pronto venga
luz que alumbre y disuelva todo el enredo
y una palabra al alma, como una arenga.
HACIA TU LARGA NOCHE
Hacia tu larga noche
que se apagó despacio,
imaginaria y noble
como lo fue tu paso,
hacia tu estilo raso
que no supo de esquinas,
hacia tu misma cima
me encaramé volando.
Mi voz era un susurro
por los árboles verdes,
imaginando siempre
aquel acento tuyo,
esquivando el absurdo
de los colores grises,
mi voz, que siempre quise
habitase tu mundo.
Y que no llegó nunca
porque nunca escuchaste
a quien usó su pluma
queriendo enamorarte,
a quien te quiso alguna
ya muy lejana tarde,
cuando nadaba el aire
en un lago de dudas.
Pero te fuiste entonces,
pero marchaste a tiempo
hacia tu larga noche
para escaparte, creo,
para hacerte de nuevo
y renacer tranquila
allí, donde la vida
te ofrecerá el relevo.
Atrás quedó un pañuelo
de blanco y de nostalgia,
atrás, un desconsuelo
y esa sonrisa amarga
que aparece marcada
cada vez que recuerdo
que hacia tu larga noche
te me fuiste hace tiempo.
YO HARE EL RESTO
Tú que respondes
a las preguntas,
que sabes dónde
y quién se oculta,
Tú que de oscura
senda ya has vuelto,
dame la mano
que yo haré el resto.
Tú que te sabes
de carrerilla
el cielo, el aire,
el sol, la vida,
tú que enseguida
hiciste el tiempo,
dame un camino
y yo haré el resto.
Tú que te echaste
sobre la espalda
desde el coraje
a la templanza,
Tú, de esperanza
vestido y hecho,
dame un indicio
que yo haré el resto.
Dame un instante
de lucidez,
que yo me halle
por una vez,
dame un después
para el invierno,
sonríeme
y yo haré el resto.
EL REBAÑO
Bala el cordero,
rebuzna el asno,
croaja el cuervo
y grazna el ganso,
todos a coro
a cual más alto,
parlota el loro
y yo me callo.
Ulula el lobo,
croa la rana,
se hipa el mono,
el toro brama,
cumbre de ruido,
babel aciago,
chirría el el grillo
y yo me callo.
Maúlla el gato
y gruñe el cerdo,
se ronca el gamo,
berrea el becerro,
todos haciendo
su ruido apto,
gorjea el jilguero
y yo me callo.
Zurea, paloma,
himpla, pantera,
arrulla, tórtola,
silba, culebra,
que mientras pueda
callarme, callo,
que yo no quiero
ser del rebaño.
Cloquea, gallina,
y parpa, pato,
pía, golondrina,
pía sin descanso,
que en este mundo
de ruido bárbaro,
sólo el que calla
es hombre...o mármol.
EL RIO BAJABA
El balcón daba al río
y yo le oía
con ese rumor frío
que adormecía;
el río bajaba
y por quererlo mío
con él hablaba.
Le contaba en secreto
mis ambiciones,
a su caudal inquieto,
a sus rincones,
mi fiebre que arde,
y que se impone el reto
de huir al aire.
Y consejo pedía
porque era mío,
y del viaje sabía
mi inquieto río,
él, que pasaba,
y que siempre se iba
y siempre estaba.
Que corría naciendo
en cada instante,
que se estaba muriendo
más adelante,
él, exponente
de futuro, pasado
y de presente.
Sabía de mis pasos
por la espesura,
los continuos fracasos
de mi avantura,
el río amigo
me dijo aquella noche:
"vente conmigo".
Una estrella brillaba
allá en lo alto,
yo en el balcón dudaba
en dar el salto,
sólo un segundo
y el río me llevaría
hacia otro mundo.
Pero no vio la estrella
volar mi huída,
intercambiar mi senda
por otra vida,
el río bajaba
y la duda podía
con la esperanza.
Y el balcón que da al río
quedó desierto,
ocupando al vacío
y al desaliento...
era ya tarde,
se me escapaba el tiempo,
me hice cobarde.
ENTRE NOSOTROS
Entre nosotros
todo es posible,
desde lo fácil
a lo increíble,
desde no vernos
y hasta olvidarnos,
a urgentemente
necesitarnos.
Entre nosotros
todo es distinto,
cinco minutos
para vivirnos,
cuatro palabras
y en el abrazo,
una esperanza
y un dsenegaño.
Largas miradas,
tiernos momentos,
y las esperas,
y los recuerdos,
estar unidos
estando lejos,
llevar a medias
amor y miedo.
Entre nosotros
estuvo el tiempo
y está la vida
interfiriendo,
las realidades,
lo cotidiano,
hoy nos separa
como hizo antaño.
Mas, sin embargo,
algo nos une
con un extraño
poder que cubre
los desencuentros,
las vanidades,
los vericuetos
de las verdades.
Nos parecemos
el uno al otro
por lo que fuimos,
por lo que somos,
y es que queremos
beber a sorbos
este amor ciego
tan de nosotros.
Intercambiarnos
los sentimientos,
abrir las puertas
a los deseos...
como nosotros
ya quedan pocos,
dos soñadores,
un par de locos.
NADA MAS, NADA MENOS
No es a ti amiga, vieja amiga
que compartes mis clandestinas fugas,
no es a ti amiga, aunque lo diga,
disimulando el cerco de mis dudas.
Aunque en la hora del amor y el verso
vaya por ti, dejando mi escapada,
aunque corramos juntos tras los sueños
que un día recorrimos para nada.
No es que se haya rehecho de repente
aquel fuego prendido de una brasa,
no es que nazcan ahora nuevamente
los lirios en la puerta de tu casa.
No eres tú lo que busco, que tus manos
ya todo me lo dieron y fue mucho,
no eres tú lo que busco, tus veranos
se quedaron atrás, no los escucho.
Es mi ayer lo que llevas, es mi vida
que se quedó dormida entre tus besos,
es parte de mi ser, la despedida
a aquella juventud que ya no tengo.
Tú no eres nada más que el roto espejo
donde me asomo a mis veinte años,
a punto de borrarse los reflejos
en las oscuridades del ocaso.
Tú no eres nada más que el agua clara
donde mi ayer parece que revive,
donde mis ilusiones cobran alas,
aquellas que eran mías y hoy son libres.
Nada más, nada menos, todo eso,
yo con más ilusión y menos canas,
nada más, nada menos, el regreso
a los amaneceres con ventanas.
© 1981 Javier de Lucas