SINGULARIDAD

Cuando en Física nos estamos refiriendo a la «singularidad» de
una masa, estamos pensando en un objeto que --independientemente de su tamaño--
se ha comprimido a tal extremo, que acaba poseyendo una fuerza de gravedad de
una magnitud tal que ni siquiera la luz puede escapar del mismo. De acuerdo con
la relatividad general, cabe la posibilidad de que una masa reduzca sin
límites su tamaño y se autoconfine en un espacio infinitamente
pequeño.
Las
singularidades ocurren en el Big Bang, en los agujeros negros y en
el Big Crunch (que podría ser considerado como una unión de agujeros
negros). Pero para nuestros intereses aquí, nos vamos a referir con
un poco de mayor atención a los aspectos de ellas que se encuentran
involucrados en los agujeros negros y, tan solo, en forma muy
sintetizada,
describiremos algunos de los rasgos por los cuales son distinguidas
las hipótesis sobre la «singularidad desnuda», la «censura cósmica»,
etc.
- En consecuencia, cuando nos estamos
refiriendo a una «singularidad», estamos pensando en una masa con
volumen nulo rodeada de una frontera gravitacional llamada
«horizonte de sucesos», de la cual nada puede escapar. Para que
exista un agujero negro, en alguna parte debe haber una singularidad
y, para que ello ocurra, debe estar delimitada en su exterior por un
horizonte de sucesos, lo que implica en esencia que no se puede
observar desde el exterior la singularidad misma. Específicamente,
significa que hay alguna región incapaz de enviar señales al
infinito exterior. La frontera de esa región es la que hemos llamado
como horizonte de sucesos.
Un mes después de la publicación de la teoría general
de la relatividad de Einstein, el físico alemán Karl
Schwarzschild descubrió que las ecuaciones conducían a una
asombrosa predicción: una región del espacio puede
distorsionarse de tal manera que puede quedar aislada del
universo exterior. Los objetos pueden entrar en esa región,
pero no pueden salir. Hoy llamamos a esa región agujeros
negros. Einstein se negó a creer en los agujeros negros, pero
en ello estaba equivocado. A primera vista, los agujeros
negros de Schwarzschild parecen ser los predichos en la teoría
de Newton. Pero solamente la teoría de Einstein puede explicar
correctamente cómo se comportan el espacio, la luz y la
materia en las proximidades de un agujero negro. Los
matemáticos han utilizado la teoría general de la relatividad
para calcular lo que sucede en el interior de un agujero
negro.
De acuerdo con la relatividad general, cabe
la posibilidad de que una masa reduzca sin límite su tamaño y se
autoconfine en un espacio infinitamente pequeño y que, alrededor
de ésta, exista una frontera gravitacional a la cual llamamos
horizonte de sucesos. El astrónomo y físico teórico alemán, Karl
Schwarzschild, poco antes de su muerte en mayo de 1916, publicó "Acerca del campo gravitatorio de una masa
puntual en el marco de la teoría de Einstein", la ecuación que da el
tamaño de este horizonte de sucesos para cualquier cuerpo celeste,
una magnitud conocida desde entonces como el radio de Schwarzschild:
R = 2 G M /
C2
donde
M es la masa del agujero negro, G es la constante gravitacional de
Newton, y c2 es la velocidad de la luz. Así, el radio de
Schwarzschild del Sol es de tres kilómetros, mientras el de la
Tierra es de apenas un centímetro: si un cuerpo con la masa de la
Tierra se comprimiera hasta el extremo de convertirse en una
singularidad, la esfera (también puede tener otra forma) formada por
su horizonte de sucesos tendría el modesto tamaño de una de las
bolitas que usan los niños en sus juegos. Por otro lado, para
una
estrella de unas 10 veces la masa del Sol, el radio
de Schwarzschild es de unos treinta kilómetros. Por otra parte, los
acontecimientos que ocurren fuera del horizonte de sucesos en un
agujero negro tienen un comportamiento como cualquier otro objeto
cósmico de acuerdo a la masa que presente; por ejemplo, si el Sol se
transformara en un agujero negro, la Tierra seguiría con los mismos
patrones orbitales actuales.
Ahora bien, y en función de la fórmula anteriormente descrita,
el horizonte de sucesos se incrementa en la medida que crece la masa
del agujero. Existen evidencias observacionales que invitan a pensar
que en muchos centros de galaxias se han formado ya agujeros negros
supermasivos que han acumulado tanta masa (adsorciones de materia
interestelar y estrellas) que su tamaño másico estaría bordeando
sobre el millón de masas solares, pero su
radio, el radio de Schwarzschild, no supera las 20 UA, mucho menor
que nuestro sistema solar. Ello significa, para aclarar algunas
especulaciones de ficción, que no existirían posibilidades de que un
agujero negro pueda engullirse el universo completo.
Pese a la seguridad que hemos querido demostrar en lo poco que
hemos descrito sobre la singularidad, siempre asalta la
incertidumbre de que sea un tema bien comprendido por los lectores
algo más lejanos de los quehaceres de la Física. En el pasado, no
fue fácil su aceptación, a pesar de las radicales conclusiones que
expuso Karl Schwarzschild en el artículo que hemos mencionado. Por
mucho tiempo, no pasó de ser considerada como una curiosidad
teórica. La comunidad científica no iba a valorar la trascendencia
de sus implicaciones en la evolución estelar hasta que la Física de
partículas y la astronomía acumularan medio siglo de conocimientos
experimentales y de observaciones. En cualquier caso, el concepto
mismo de singularidad desagradaba a muchos físicos, entre ellos al
propio Einstein, pues la idea de una densidad infinita se alejaba de
toda intuición. Nuestra naturaleza humana está mejor condicionada a
percibir situaciones que se caractericen por su finitud, cosas que
se puedan medir y pesar, y que se encuentren alojadas en unos
límites concretos.
La noción de singularidad empezó a adquirir un mayor crédito
cuando Robert Oppenheimer, junto con Hartland S. Snyder, en 1939,
escribieron un artículo como anexo de otro que había escrito, el
mismo año, Oppenheimer sobre las estrellas de neutrones. En este
último artículo, describieron la conclusión de que una estrella con
masa suficiente podía colapsarse bajo la acción de su propia
gravedad hasta alcanzar un punto adimensional. Las ecuaciones
descritas en el artículo del cual nos estamos refiriendo,
demostraron de forma irrefutable que una estrella lo suficientemente
grande continuaría comprimiéndose al final de su vida, más allá de
los estadios de enana blanca y de estrella de neutrones, para
convertirse en una singularidad. Los cálculos que realizaron
Oppenheimer y Snyder para la cantidad de masa que debía tener una
estrella para terminar sus días como una singularidad, estaban en
los límites másicos de M= ~1 masa solar,
estimación que fue corregida posteriormente por otros físicos
teóricos que llegaron a la conclusión de que, para ser posible la
transformación de una estrella en una singularidad, aquélla debe
abandonar su fase de gigante roja con un núcleo residual con al
menos 2 - 3 masas solares..
- En su trabajo, Oppenheimer y Snyder desarrollaron el primer
ejemplo explícito de una solución de las ecuaciones de Einstein que
describe un agujero negro, al desarrollar el planteamiento de una
nube de polvo colapsante. En su interior, existe una singularidad,
pero no es visible desde el exterior, puesto que está rodeada por el
horizonte de sucesos. Este horizonte es la superficie dentro de la
cual los sucesos no pueden enviar señales hacia el Universo.
Aparentemente, este modelo aparece como genérico, es decir, que
representa el colapso gravitacional general. Pero, no obstante, sólo
viene a representar una parte del tema, ya que el modelo OS posee
una simetría especial (a saber, la simetría esférica) , pero para el
caso de los agujeros negros es bastante descriptivo. El problema
está en las dificultades que, por lo general, presentan las
ecuaciones de Einstein para resolverlas. Por ello es que
generalmente los teóricos, para este caso, buscan propiedades
globales que involucren la existencia de singularidades.

La figura
de la izquierda representa a la nube de polvo en colapso de
Oppenhieimer y Snyder, que ilustra una superficie atrapada.
El
modelo de Oppenhieimer y Snyder posee una superficie atrapada, que
corresponde a una superficie cuya área se irá reduciendo a lo largo
de los rayos de luz que son inicialmente ortogonales a ella.
- Por ejemplo, se puede inferir, como lo hizo Roge Penrose en
1965, que la existencia de una superficie atrapada implica la
existencia de una singularidad sobre la base de suposiciones
razonables de casualidad, pero sin suponer una simetría esférica. O
también se pueden concluir resultados semejantes suponiendo la
existencia de un cono de luz convergente, como lo propugnaron el
mismo Penrose, junto con Stephen Hawking en 1970, al afirmar que es
posible que todos los rayos de luz emitidos en direcciones distintas
desde un punto comienzan a converger más tarde entre
sí.
- También se pueden llegar a conclusiones, como lo hizo Stephen
Hawking en 1965, en un estadio de tiempo revertido; o sea, en el
contexto de una superficie atrapada revertida, lo que implica la
existencia de una singularidad en el pasado (haciendo suposiciones
de casualidad apropiada). Ahora, la superficie atrapada (en tiempo
revertido) es muy extensa y se encuentra sólo dentro de una escala
cosmológica.
- Hemos afirmado que las singularidades se encuentran rodeadas por
un horizonte de sucesos, pero para un observador, en esencia, no
puede ver las singularidades mismas desde el exterior.
Específicamente, implica que hay alguna región incapaz de enviar
señales al exterior. La frontera de esta región es el
horizonte de sucesos, en la cual tras ella se encuentra atrapado el
pasado y el infinito nulo futuro. Lo anterior nos hace distinguir
que esta frontera debería reunir las siguientes características:
- Debe ser una superficie nula donde es pareja, generada por
geodésicas nulas ;
- contiene una geodésica nula de futuro sin fin, que se origina
a partir de cada punto en el que no es pareja, y que
el área de secciones transversales espaciales jamás pueden
disminuir a lo largo del tiempo.- Sobre lo último descrito, también matemáticamente se ha
demostrado (Israel, 1967; Carter, 1971; Robinson, 1975, y Hawking,
1972) que el límite futuro asintótico de tal espaciotiempo es el
espaciotiempo de Kerr, lo que resulta notable, pues la métrica de
Kerr es una hermosa y exacta solución para las ecuaciones de vacío
de Einstein y es un tema que se relaciona con la entropía en
los agujeros negros.
- En consecuencia, no es atrevido afirmar que se cuentan con
variables para las singularidades. Efectivamente se
dispone de ideas que poseen una similitud cualitativa con la
solución de Oppenheimer y Snyder. Se introducen modificaciones, pero
éstas son relativamente de menor importancia. Pero sí, su
desarrollo se inserta mejor en el modelo de singularidad de Kerr, más que con el de Schwarzschild.
Pero en general, el cuadro esencial es más bien similar.
- Ahora bien, para que un ente, un objeto, o un observador pueda
introducirse dentro de una singularidad como un agujero negro, en
cualquiera de las formas que se dé, tendría que traspasar el radio
de Schwarzschild (las fronteras matemáticas del horizonte de
sucesos), cuya velocidad de escape es igual a la de la luz, aunque
ésta tampoco puede salir de allí una vez atrapada dentro de los
límites fronterizos determinados por el radio. En este caso, el
radio de Schwarzschild puede ser calculado usándose la ecuación para
la velocidad de escape.
Para el caso de fotones u objetos sin masa, se sustituye la
velocidad de escape (vesc) por la de la luz
c2, entonces el radio de Schwarzschild, R, es
el conocido.
Estar cerca de una singularidad, aunque corresponda a un agujero
negro pequeño (como el que se forma al colapsar una estrella) de
unos pocos kilómetros de diámetro , teóricamente es
bastante problemático. Las fuerzas de marea gravitatoria son, en las
proximidades del agujero, enormes, y el aumento de la fuerza
gravitatoria, incluso en una distancia de unos cuantos centímetros,
es muy intensa. Si un agujero negro pasa a través de una nube
de materia interestelar, o se encuentra cerca de una estrella normal,
la fuerza gravitatoria de éste atrae materia hacia su interior. Como
la materia cae hacia el agujero negro, desarrolla
energía cinética que al calentarse por las fuerzas de mareas
gravitatorias ioniza los átomos que están siendo atrapados, y estos,
cuando alcanzan algunos millones de grados Kelvin, emiten
rayos X. Estos rayos X son remitidos hacia el espacio exterior antes
que la materia traspase la frontera del horizonte de sucesos y sea
engullida por la singularidad que es un agujero negro. Observar la
emisiones de rayos X es uno de los medios para rastrear el cosmos
tras la caza de un agujero negro.
- Pese a que para muchos, lo anteriormente descrito no va más
allá de fascinantes novedades teóricas, sin embargo, los agujeros
negros, como singularidades de una teoría, dejaron de ser meras
especulaciones matemáticas, pasando a ocupar el centro de la
astronomía especulativa. La mayoría de los físicos se encuentran
convencidos que tienen que existir, pero aún no se disponen de
suficientes pruebas observacionales concluyentes que
confirmen la previsión teórica, pese a la ya importante cantidad de
muestras que ya se han observado sobre objetos y materias cuyo
comportamiento reúne todas las características de encontrarse en una
ubicación cercana a "algo" de un gran poder gravitacional.
Seguramente, nunca podremos tocar o ver a una singularidad como un
agujero negro, claro está, pero podemos distinguir señas
identificatorias observables y, al final, la fuerza de los hechos
nos convencerán que allí están.
- Por otra parte, si aceptamos que las leyes de la Física son
simétricas en el tiempo y hemos deducido la existencia de objetos
llamados agujeros negros donde caen cosas que no pueden salir, por
qué no considerar, como ya lo han pensado varios teóricos, entre
ellos Stephen Hawking, la existencia de otro tipo de objetos de
donde las cosas puedan salir pero no caer. Cabría denominarlos
«agujeros blancos». Se podría imaginar a un astronauta saltar a un
agujero negro en algún lugar para salir en otro por un agujero
blanco. Sería un método ideal para los viajes espaciales a largas
distancias. Claro está, que primero sería necesario resolver la
cuestión de cómo introducirse en un agujero negro sin antes ser
despedazado por las tremendas fuerzas de mareas gravitatorias que se
dan aledañas al agujero.
EL CENSOR CÓSMICO
El
físico-matemático inglés Roger Penrose demostró en 1965 que
todos los agujeros negros contienen una singularidad. Pero
quedó tan consternado ante la idea de una «singularidad
desnuda» que propuso la idea de la existencia de un «censor
cósmico» encargado de asegurar que las singularidades estén
decentemente "vestidas" con un horizonte de sucesos. De esta
forma, las singularidades estarían separadas de nuestro
universo. Pero, pese a su reconocida voluntad de trabajo
investigativo, Penrose no ha demostrado que el censor cósmico
exista, y otros físicos piensan que las singularidades
desnudas pueden existir, aunque sea solo durante un tiempo muy
limitado.
- Al final
de la década de los sesenta, los científicos que investigaban los
agujeros negros se dieron cuenta de una posibilidad matemática, que
si bien cuenta con ecuaciones consistentes, si se diera en la praxis mecánica
del cosmos debería ser considerada como tétrica.
Cuando una estrella como un agujero negro se forma, un horizonte de
sucesos esconde la singularidad. Pero en determinados escenarios
matemáticos, se puede llegar a formar un agujero negro sin horizonte
de sucesos. Si eso sucediera en el universo, entonces sería posible
ver la singularidad y tal vez, incluso, entrar y volver a salir de
ella. Pero las singularidades son lugares de densidad infinita en
las que las leyes de la Física no funcionan y en donde puede suceder
cualquier cosa. Y, sin horizontes de sucesos, no hay nada que
proteja a la porción de universo que circunda los agujeros negros:
allí regiría la anarquía cósmica. Sin embargo, si se dieran las
«singularidades desnudas», podrían ser un objetivo irresistible para
los futuros tripulantes de las naves intergalácticas semejantes a
las descritas por los escritores de ciencia ficción contemporáneos.
- Resumiendo, una singularidad es el triunfo final de la fuerza de
gravedad, es la compresión de la materia hasta llevarla a tener una
densidad infinita. Si la estrella o el objeto que sufre la
compresión no gira, la gravedad comprime la materia de forma
simétrica. El resultado de la singularidad es un punto infinitamente
pequeño (abajo, izquierda). Si el objeto que sufre la compresión
gira, las fuerzas de rotación lo ensanchan y éste adquiere la forma
de un anillo. Este se encoge,
formándose un anillo infinitesimalmente delgado (abajo,
derecha).
©
2000 Javier de Lucas